Domingo, 5 de mayo de 2013 | Hoy
DEPORTES › POR EL ESCáNDALO DE LA EMPRESA ISL, LA SOCIEDAD QUE MANEJABA LOS DERECHOS COMERCIALES
El abogado Michael García trabajó con la CIA y ahora investiga la corrupción en el fútbol. Blatter zafó, pero no Havelange y Leoz, dos todopoderosos que cayeron en desgracia.
Por Gustavo Veiga
En la FIFA hoy llaman sobornos a lo que en el pasado definían como pagos de comisiones. Se acaba de descubrir que las dádivas de antes ahora podrían considerarse coimas. Con esa extraña interpretación –basada en la ley suiza–, le puso un endeble candado a su historia de corrupción. Se libró de algunas presencias indeseables, pero evaluó que no habían cometido delitos, ni los llevó ante los tribunales. Esa es la principal conclusión de su Comisión de Etica, que absolvió al presidente Joseph Blatter por el escándalo ISL el martes pasado. El nuevo adalid de la anticorrupción que contrató la multinacional deportiva para juzgarse a sí misma es Michael García, un abogado estadounidense que fue distinguido por la CIA por sus contribuciones a la Agencia de Inteligencia.
El letrado de origen hispano y un juez alemán, Hans Joachim Eckert –investigó en su país las coimas pagadas por Siemens–, llegaron a una conclusión que deja en paz a la familia del fútbol, salvo a los dinosaurios Joao Havelange y Nicolás Leoz, quienes tuvieron que renunciar a sus cargos por “conductas reprochables”. El único que quedó en pie de la vieja tríada sudamericana es Julio Grondona, quien por ahora salió ileso de los manejos turbios de la federación y sus entrañables amigos.
“Estos pagos también se llevaron a cabo mediante empresas ficticias con el fin de encubrir a los verdaderos destinatarios y deben clasificarse como ‘comisiones’, conocidas hoy como ‘sobornos’”, dice en su fallo la Comisión de Etica. Havelange y su compatriota Ricardo Teixeira –el tercer dirigente implicado y ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol de la que se alejó en 2012– recibieron 22 millones de dólares de parte de ISL, la sociedad que manejaba los derechos comerciales de la FIFA. El primero quedó en evidencia cuando el banco suizo UBS le mandó a la FIFA un aviso de pago por error. Era una coima por 1,5 millón de francos suizos con Havelange como destinatario. Corría 1997. En el caso de Leoz estamos hablando de dos cheques: uno de 100 mil dólares y otro de 30 mil. El adujo que eran donativos para cuatro escuelas de aborígenes del Chaco paraguayo. Todas las sumas se desembolsaron entre 1992 y 2000. El manto de piedad sobre estos coimeros se completó con sus renuncias, seguramente negociadas. El ex titular de la FIFA renunció a un cargo honorífico, del que deberían haberlo despojado antes por sobornado. El presidente de la Conmebol dejó su puesto después de 27 años ininterrumpidos.
Esta salida gatopardista dejó a salvo a Blatter, quien hasta hace poco aplaudía a Havelange en público o se dejaba ver en gestos afectuosos con su antecesor en el cargo (lo sucedió en 1998). El texto de la Comisión de Etica que libera al suizo de responsabilidades dice: “La conducta del presidente Blatter puede haber sido desacertada, ya que podía existir la necesidad de una aclaración interna, pero esto no lleva a ninguna infracción penal o de los principios éticos”. Es apenas una crítica administrativa.
Para la dupla brasileña, en cambio, el informe resultó lapidario: “Havelange y Teixeira en ningún caso debían haber aceptado soborno en calidad de funcionarios oficiales del fútbol, y deberían haberlo devuelto, puesto que se trata de cantidades vinculadas con la explotación de los derechos comerciales”. Más adelante, el texto agrega: “Las dos personas se han comportado de forma reprochable, tanto desde el punto de vista moral como ético”. Pese a todo, la comisión de García y Eckert consideró que no cometieron delitos porque sus conductas no podían ser castigadas “bajo la ley criminal suiza en ese momento”. De ahí, la particular teoría que establecieron sobre lo que era recibir comisiones. Ahora les dicen sobornos.
¿Qué podía esperarse acaso de alguien que hizo la investigación de la FIFA y recibió la medalla Seal de la CIA por sus servicios? Una distinción que la Agencia otorga a empleados del gobierno de Estados Unidos y ciudadanos que cooperaron con la central de inteligencia, responsable de crímenes y violaciones a la soberanía de los países en todo el planeta.
García es un abogado con amplia experiencia en delitos económicos, terrorismo internacional y seguridad nacional. Ha contado en artículos periodísticos que, como fiscal de Nueva York, viajó a Manila, Filipinas, para dirigir una investigación sobre la red Al Qaida y que la CIA le concedió su medalla “por coordinar nuestro caso criminal con la comunidad de inteligencia”.
Trabajó para el gobierno de George W. Bush como secretario adjunto en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que depende del Departamento de Seguridad Nacional. El organismo fue creado tras el ataque a las Torres Gemelas de 2001. García pensaba así en 2004: “El deportar a inmigrantes indocumentados es importante para la seguridad nacional y la integridad de nuestro sistema de inmigración. Además, este tipo de procedimientos nos asegura que tendremos comunidades más seguras”.
Según el CV que presentó en la FIFA “como jefe de la ICE, supervisó una agencia con 20 mil empleados responsables de la aplicación de un amplio espectro de ordenamientos penales, que incluyen la ley de control de exportaciones de armas y diversos estatutos sobre el lavado de dinero”.
Un cable de AP, fechado el 21 de febrero de 2012, dice que en ICE “sus mandos y agentes han sido detenidos por una amplia variedad de delitos, acusados de mantener relaciones inapropiadas con confidentes, convictos en casos de fraude y más”. Agrega también que sus integrantes “han sido investigados por conducir ebrios vehículos gubernamentales, por mentir a otros investigadores y abusar de su cargo en beneficio personal”. Un ambiente con algunas conductas que no distan demasiado de las imputaciones contra Havelange, Leoz y Teixeira.
García acaba de cerrar la investigación de ISL que tanto alivio le produjo a Blatter. “El caso concluyó para el Comité de Etica y ningún procedimiento relacionado con el asunto se tomará en contra de cualquier funcionario del fútbol.” Semejantes palabras sonaron muy dulces a los oídos del presidente. Al fin de cuentas, no esperaría otra cosa. La FIFA le paga el sueldo a su investigador estrella para que lastre las cargas molestas. Habrá que esperar los resultados de su próxima pesquisa: las sospechas más que fundadas de votos comprados para que Rusia y Qatar organicen los mundiales de 2018 y 2022, respectivamente.
Ya hubo dirigentes que cayeron por sobornar a otros o recibir pagos ilegales: el qatarí Mohamed Bin Hamman está entre los primeros y el ex hombre fuerte de la Concafaf, Jack Warner, entre los segundos. Todos millonarios. Como Havelange, Leoz, Teixeira y el propio Grondona. Unico integrante de la vieja guardia que sobrevivió junto a Blatter y que se mantiene en su puesto dentro de la FIFA: la estratégica presidencia de la Comisión de Finanzas. Amén, claro, de los 34 años que acaba de cumplir al frente de la AFA.
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