DEPORTES › LA PATRIA TRANSPIRADA (24 PULGADAS, EN REPOSO)

La venganza del Colorado

 Por Juan Sasturain

Qué lindo es el fútbol. Otro partido bárbaro. Literalmente, en todos los sentidos de la palabra: salvaje, espectacular, emotivo. Después de ver a esforzados mexicanos y cameruneses pasados por agua mostrar poco –sobre todo los africanos, a los que siempre uno espera/desea que les vaya bien– era hora de ilusionarse con un montón de buenos jugadores repartidos entre los dos equipos y, además, con el condimento de una pica previa y prometedora: sed de venganza naranja. Y así resultó, aunque al principio no parecía: imprecisiones gaitas y patadas y pelotazos holandeses se llevaron medio primer tiempo. Nada hacía prever que... Pero antes, pausa aclaratoria.

En general, nos gusta España. Esta generación puntual, la de Iniesta, Cesc, David Silva y el Xavi del Barça y el Xabi del Madrid, los que juegan en el medio/tres cuartos como nadie en el mundo. Y nos cae muy bien Del Bosque, un caballerazo, el gordo que sabía jugar. Pero en general, también nos gustan los holandeses en un arco temporal más amplio: del flaco Cruyff a la pantera Kluivert, de Van Basten-Gullit al petiso Davids y a Bergkamp, nuestro verdugo favorito. Pero no nos cae bien Van Gaal, al que no me lo imagino jugando al fútbol. Prejuicios, reconozco: es el que lo quería a Román contra la raya, en el Barça...

El partido se peleó de salida en el medio. España tocaba y los morochos de De Jong & Co. repartían sin asco (18 a 5, en el cómputo final de fouls) para interrumpir, ya que pocas veces podían responder de contra. Porque el toque se impuso –vía Iniesta y Silva– y así vino el gol de penal (muy poco de Diego Costa, menos del Niño después) y pudo llegar el segundo que perdió Silva al picarla tras gran pase del Cerebro. Y ahí fue, de contra, el giro del partido: la tercera pelota en profundidad con el fondo español en línea (habían zafado por un pelo dos veces) no “le cayó” a Van Persie: la fue a buscar Van Persie, con la palomita del Mundial. Qué bárbaro, qué goleador.

Cuando empezaron de nuevo, algo había cambiado: el eje se trasladó, porque los pesados naranjas pisaron fuerte en el medio y Holanda ya ganó –por escándalo– en la zona de definición. Y eso sin transición fluida: no anduvo el bueno de Sneijder. Había que dársela larga a Robben –dos goles imposibles, de crack– y esperar que España se cayera. Y se cayó, de la (mala) mano del pobre Iker, y de la fe de Van Persie.

Celebró largo el Colorado Van Gaal. Esta vez la hizo –pero sobre todo le salió– muy bien. Con infinita determinación (huevos) y dos definidores monstruosos. Lo que España –que tuvo otras virtudes– esta vez no tuvo: sin hacer leña de Del Bosque, claro.

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