DEPORTES

EL REBOTE

El recurso de la gambeta

Por Adrián De Benedictis

El fútbol requiere de muchos elementos para alcanzar el fin. Estrategia, entrega, convicción, aptitud, y la enumeración puede ser muy extensa, pero hay uno que no se encuentra fácilmente entre los futbolistas: la inventiva. El partido ante los iraníes arrojó nuevamente la carencia de este factor de parte de los argentinos. La simpleza de poder eludir a un adversario no es aplicada por los jugadores, a excepción de Lionel Messi. El rosarino es, hasta el momento, el único que intenta dejar atrás a sus rivales por medio de la gambeta. El problema es que el resto no apuesta por esa variante para estar cerca del desequilibrio, y de esa manera nada se puede resolver por medio de la astucia. Si Messi no sale airoso en sus intentos personales, la monotonía se apodera de Argentina.

De juego muy poco, casi nada

Por Diego Bonadeo

Hay fundamentalistas del tacticismo que insisten hasta el cansancio en que los que terminan 0-0 son los partidos perfectos. Y Argentina-Irán estuvo a punto de finalizar sin goles, y fue la quintaesencia de la imperfección. De parte de prácticamente todos los protagonistas. Las limitaciones técnicas de los iraníes parecían contagiar a los integrantes de la Selección Nacional y de este modo, de a ratos fue, de parte de los dos equipos, un permanente maltrato a la pelota, con pases errados, pelotazos sin destino, búsquedas de alternativas inexistentes y demás. Si bien es cierto que lo más rescatable fueron los arqueros, esto se dio, especialmente, por la falta de vuelo futbolístico de los jugadores de campo de los dos equipos. Dos goles de Messi –uno contra Bosnia y uno contra Irán– y casi nada más, le dieron al combinado argentino el pase a los octavos de final. De juego, muy poco. Casi nada.

¿Alcanza con la nave nodriza?

Por Gustavo Veiga

Inquieta su presente, pero más su futuro. La Selección tiene una nave nodriza que por ahora guía el camino en este Mundial. Messi es el único goleador de un equipo al que le falta gol. Con él, por ahora alcanza. Ahí estuvo la clave ante los bosnios entusiastas y los iraníes transformados en el ejército del rey Jerjes. Se desdoblaban tanto para marcar que parecían miles de persas, como en la batalla de las Termópilas. Autocrítico, Mascherano declaró: “Con esto no alcanza”. Es cierto. Al equipo le faltó frescura, atreverse más en el uno contra uno y no repetirse en el pase plano sin sorpresa o la asistencia entre líneas de Gago, que ayer congestionó el tránsito por el medio. Ni Messi podía desequilibrar en ese corralito. A no ser, claro, por ese golazo que llegó de Marte y que sólo puede hacer un marciano como él.

De este equipo se espera más

Por Pablo Vignone

No le asiste mucho al técnico argentino el derecho moral de protestar por el planteo conservador del rival. Tapiada por la pared persa la posibilidad del pase entre líneas, se le reclamó al equipo otras variantes, como los remates desde media y larga distancia, de los que en general careció hasta el remate salvador de Messi; o las triangulaciones eficaces a los costados del área, allí donde Rojo llegaba sin sorpresa para tirar centros en general estériles; o donde Zabaleta acostumbra a hacer la pausa para tocar atrás sin profundizar ni crear sorpresa. Lavezzi y Palacio mostraron en mínima cuota cómo deben aprovecharse esas zonas libres para generar distracción y espacios en el área. La sociedad Messi-Gago, el auténtico motor de juego de este conjunto, estuvo ausente y no dio el aviso. Messi puede aparecer en cualquier instancia, pero de este equipo se espera más que eso.

¿Por qué?

Por Alfredo Zaiat

Después de sufrir 90 minutos y desahogarse en el ’91, aparecen las preguntas: ¿por qué se piensa que lo importante es el dibujo táctico del 5-3-2 o del 4-2-4? ¿Por qué no hay más rebeldía en los jugadores? ¿Por qué hay tan poco juego asociado entre los que saben con la pelota? ¿Por qué ayer los mejores (Romero y Rojo) fueron los que daban menos seguridad? ¿Por qué se pateó tan poco al arco y hubo tantos centros al área? ¿Por qué todavía no apareció el equipo? ¿Por qué el mejor jugador del mundo y el que nos salvó con un golazo parecía tan desconectado en el partido? ¿Por qué se tardó tanto en hacer los dos cambios de delanteros? Ojalá que quienes deben tener las respuestas en la Selección las encuentren para no sufrir tanto en el próximo partido.

Irán

Por Juan José Panno

¿Irán a jugar siempre así? ¿Irán a atacar sin variantes, sin cambio de velocidad, sin meter pases profundos, sin probar desde afuera del área cuando los rivales los esperen como se los esperó ayer con una línea de cuatro y otra de seis delante?

¿Irán a cometer distracciones como la de Zabaleta cuando en un tiro libre no advirtió que un volante rival recibía solo?

¿Irán a creer realmente que el equipo jugó bastante bien como lo insinuaron Sabella y Messi en la conferencia de prensa?

¿Irán a pensar que es suficiente con que el camino parezca allanado en una llave que los favorece, porque no aparecen grandes candidatos en su horizonte?

¿Irán a esperar que siempre Messi resuelva mágicamente cuando ya no queda otra cosa que la resignación?

¿Irán a desconocer que un rival flojísimo como éste les llegó demasiado?

Si irán a hacer todo eso estamos en el horno.

Con los numeritos no alcanzaba

Por Daniel Guiñazú

Creímos (¿o nos hicieron creer?) que con el 4-3-3 alcanzaba. Que con Messi, Higuaín, Agüero y Di María desde el arranque bastaba y sobraba. Pero el desarrollo tenso del partido demostró (o ratificó) que estábamos equivocados. Que ya no alcanza con sembrar la cancha de excelentes jugadores. Que no se gana por mero acto de presencia. Que son necesarias otras variables de funcionamiento (movilidad, toque veloz) que hasta ahora estuvieron ausentes o fueron insuficientes. Y que tendrán que aparecer, sí o sí, dentro de una semana. Cuando se empiecen a jugar los octavos de final y ya no haya más margen de error. Algo aparece nítido cuando decanta la lógica efervescencia de las victorias: ante rivales de otro porte, un primer tiempo como ante Bosnia o un partido como ante Irán, inevitablemente dejarán a la Selección marcando demasiado pronto sus pasajes de regreso a Buenos Aires.

La confianza de Sabella

Por Ariel Greco

Siempre se habla de que los jugadores pierden confianza y necesitan del apoyo de su entrenador para recuperarla. Que les den minutos en el campo y que los banquen en esos malos momentos. Pero con la Selección Argentina se da un fenómeno diferente: el que perdió confianza es el entrenador. Lejos del líder que había recuperado a un plantel golpeado y sin rumbo durante las Eliminatorias hasta una clasificación sencilla, Sabella está inmerso en un mar de dudas, que se trasladan al campo. “No sé ni quién va a jugar ni cómo vamos a jugar”, declaró horas antes de poner el 5-3-2 del debut, que le duró 45 minutos. Ayer, con un equipo que se desordenaba y se desangraba a cada instante, tardó 76 minutos en hacer una variante, que terminó siendo pieza por pieza. Es cierto que las verdaderas posibilidades argentinas dependen de Messi. Pero también es fundamental que Sabella recupere la confianza y vuelva a ser ese conductor serio y pragmático que supo ser.

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