Hace ocho meses, México no sabía si iba a jugar el Mundial. Justino Compeán, hombre fuerte de la federación azteca, tomó una decisión drástica antes del repechaje ante Nueva Zelanda: despidió al entrenador Manuel Vucetich porque no había cumplido el objetivo (“No nos clasificamos al repechaje, nos clasificaron (sic)”, dijo en aquel momento por un gol salvador de Estados Unidos a Panamá que dejó al Tri en el cuarto puesto) y contrató –¡a préstamo!– a Miguel Herrera, técnico del América, el equipo de la cadena Televisa por esos dos partidos. Ni la clasificación al Mundial le garantizaba la continuidad al Piojo...

Pero el repechaje ante los oceánicos se pasó sin sobresaltos, Herrera fue ratificado en su cargo –se podría decir que le compraron el pase– y, ayer, México volvió a meterse en los octavos de final de un Mundial por sexta vez consecutiva, tras ganarle 3-1 a Croacia. Increíble por lo que se vivía en octubre del año pasado, pero una realidad lógica si se tiene en cuenta el funcionamiento y la actitud ganadora que le impuso Herrera a su equipo. Incluso, a poco del final, estaba a sólo un gol de desbancar a Brasil del primer lugar del grupo.

El encuentro ante los croatas fue una partida de ajedrez. México, que sabía que un empate lo depositaba en la segunda ronda, salió a cuidar su arco y a entregar la responsabilidad a los europeos. Con orden, cortando el ritmo del rival y atacando cuando la situación lo ameritaba, el conjunto azteca fue manteniendo el dominio estratégico y, con el correr de los minutos, lo fue potenciando. Ni hablar cuando Rafa Márquez ganó en el área rival y metió un cabezazo bajo que encontró una débil respuesta de Pletikosa. Era el tanto de la apertura y el orgullo de convertir en tres Mundiales distintos para el ex jugador de Barcelona.

Una gran jugada colectiva definida por Guardado con un toque de calidad y un cabezazo por el segundo palo de Chicharito Hernández sellaron la clasificación, más allá del descuento en el final de Perisic. Ya era tiempo para el alocado festejo de Herrera y sus muchachos y para el “Cielito lindo” de los hinchas. “Hay que mantener los pies en la tierra”, afirmó el estratega, quien ya tiene en mente el duelo ante los holandeses, el próximo domingo en Fortaleza.