Arrojen los dados, muestren las cartas, canten falta envido y truco si tienen con qué, respondan correctamente a las expectativas si pretenden avanzar algunos casilleros, intenten combinaciones, liberen a todos los compañeros, sepan elegir entre cuchillo, martillo o tenaza, pidan o plántense con inteligencia, digan piedra si el otro dice tijera y papel si el otro dice piedra, canten bingo, línea, apunten bien para que no les respondan “agua”, busquen animales y plantas difíciles para sumar más puntos, emboquen, salten, corran, pateen, encuentren los efectos justos, veneren y dignifiquen a la bendita pelota.

Hagan juego, señores, de una buena vez, que se terminó el tiempo de las especulaciones, los pronósticos y las insufribles sanatas mediáticas de la larga espera porque el Mundial ya está aquí: a la 13 de la Argentina empezarán a jugar Alemania y Costa Rica. La voz de aura la dará un criollo de pura cepa, Horacio Elizondo, por lo que podríamos fantasear que una vez más el mundo está en nuestras manos o en nuestros pitos. No es la primera vez: Angel Coerezza había abierto el Mundial del ’78, en un partido en que también estaba Alemania, en aquel caso contra Polonia. ¡Vamos todavía!

Hagan juego, señores, mientras los estadígrafos hacen números:

- 32 equipos divididos en 4 zonas de cuatro, 16 de los cuales pasarán a octavos de final, ocho de los cuales pasarán a los cuartos, cuatro de los cuatro de los cuales jugarán las semifinales, dos de los cuales jugarán por toda la gloria y los dos restantes, por el partido del tercer puesto, que casi no le interesará a nadie.

- 736 jugadores.

- 23 árbitros y 60 jueces de línea.

- 12 subsedes elegidas entre 25 que se postularon.

- 6 campeones mundiales presentes: Brasil (5 títulos), Italia (3), Alemania (3), Argentina (2), Francia (1), Inglaterra (1). Hay un solo campeón ausente, Uruguay (2).

- 30 jugadores de Argentina: los 23 de su plantel propiamente dicho, elegidos por José Pekerman, más siete exportados: Mauro Camoranesi en Italia; Claudio Reyna y Pablo Mastroeni en Estados Unidos; Guillermo Franco en México; David Trezeguet en Francia, Mariano Pernía en España y Roberto Acuña en Paraguay.

- 30 mil millones de televidentes de 220 países en la suma de los 64 partidos.

- 215 millones de euros repartidos por la FIFA.

El punto de partida está acá, en Munich, la tercera ciudad de Alemania por debajo de Berlín y Hamburgo, un millón 300 mil habitantes, 100 mil estudiantes, una cervecería por cuadra, un museo por barrio. En el nuevo estadio, ese que de afuera parece un neumático, con capacidad para 64.700 personas, más todos los que se cuelen, estarán frente a frente el poderoso dueño de casa –con tres títulos mundiales colgados como bandera– y una de las cenicientas del torneo, Costa Rica.

“Hay que ganarles cinco a cero”, dijo Michael Ballack, la superestrella de Alemania, cuya ausencia por lesión está confirmada. Modestamente, los integrantes del plantel de Costa Rica hablan menos, pero recuerdan que en Italia ’90 pasaron la primera fase, ganándoles a Escocia y a Suecia; que en el 2002 se quedaron afuera por diferencia de gol con los turcos; que además jugaron el que fue el mejor partido del Mundial anterior, cuando perdieron 5-2 contra Brasil. Después, más tarde, jugarán Ecuador y Polonia.

Detrás de la fila que encabeza por orden de aparición Ballack se encolumnarán las demás figuritas del campeonato: Ronaldinho, Henry, Rooney, Messi, Riquelme, Zidane, Shevchenko, Totti, Ronaldo, aunque –como siempre– luego saltará alguno de segunda línea o aparecerá un tapado. La expectativa del buen fútbol se centra en lo que puedan producir los grandes de siempre, aunque los agoreros vaticinan que éste será el Mundial de la pelota parada, con exagerados movimientos tácticos y poca inspiración. Ojalá se equivoquen.

Está todo listo. Señores futbolistas: apunten a bajar el espejito, hagan hoyo y quema con la bolita más cachusa o con la lechera, apúntenle al centro, a la boca del sapo, no hagan molinete, pongan cara de póquer, busquen escaleras reales, chinchones, canten las cuarenta, vayan a más, hagan juego, señores.