Una vez más, como es costumbre en los últimos meses, Roger Federer (1º) y Rafael Nadal (2º) disputarán, desde las 10 en Argentina, la final de un torneo. Pero esta definición esconde una serie de motivaciones extras para ambos tenistas. Y no sólo por tratarse de Roland Garros. El suizo está en las puertas de la historia grande del tenis. Si se corona en París alcanzará la proeza de ganar los cuatro Grand Slam de la temporada, hazaña que sólo han alcanzado Rod Laver, Donald Budge, Fred Perry, Roy Emerson y Andre Agassi. “Es el partido más importante de mi carrera”, confesó el número 1 del mundo. El argentino Emiliano Massa se consagró campeón junto al japonés Nei Nishikori en dobles junior al vencer a la pareja rusa Chernov-Rudmev por 2-6, 6-1, 6-2.

Del otro lado, estará el mejor jugador sobre polvo de ladrillo. El defensor del título arrastra 59 victorias consecutivas sobre esta superficie y buscará convertirse en el primer jugador que defienda la corona después del brasileño Gustavo Kuerten, en 2001.

Pero ni los 23 triunfos seguidos cosechados en arcilla esta temporada, ni las 13 victorias acumuladas en París en dos años son un legado suficiente como para inclinar la balanza hacia Nadal. “¿La final? más difícil no puede ser”, aseguró el español, de 20 años.

El historial refleja una clara superioridad de Nadal: cinco triunfos en seis partidos. La última vez que se vieron las caras fue hace poco más de un mes en la final de Roma, donde el número 2 se consagró en cinco sets.

“De Federer me preocupa todo. Si juega a su mejor nivel no ves un hueco. Mi objetivo es llevarlo al límite. El tiene más presión que yo”, afirmó Nadal.

“Nunca quiero perder. Quiero permitirme la oportunidad de luchar por el título”, señaló el verdugo de David Nalbandian en semininales. Y agregó: “mañana será un gran día para mí”. El suizo está en las puertas de la historia del tenis.

Entre las damas, la belga Justine Henin-Hardenne defendió su título al derrotar a la rusa Svetlana Kuznetsova por un doble 6-4.