Martes, 13 de septiembre de 2011 | Hoy
Tras la angustiosa clasificación ante Puerto Rico, el plantel argentino no quiso celebrar mucho. Un grupo tan ganador como la Generación Dorada no iba a soportar otra derrota en casa ante Brasil, y menos en una final. Por eso, en el vestuario, se juramentaron hacer un último esfuerzo para quedarse con el campeonato y vivir la sensación de festejar un título en casa, ante casi 10.000 personas. “No es lo mismo campeón que clasificado”, fue el mensaje que bajó el entrenador Julio Lamas. Y el grupo así lo asumió, según contó el base Pablo Prigioni. “Cuando terminó el partido ante Puerto Rico teníamos una inmensa felicidad porque habíamos logrado el pasaje a Londres sufriendo mucho. Pero una vez terminado, adentro del vestuario, nos calmamos y, automáticamente, nos metimos a pensar en el partido con Brasil, el torneo seguía y el deseo de ganar que teníamos era tremendo”, contó Prigioni, que tuvo el mejor porcentaje de triples del torneo. “Enseguida dijimos ‘vamos muchachos, vamos a bajar un par de cambios, estamos refelices por la clasificación, pero nos queda hacer un último esfuerzo y vamos a intentar hacer el mejor partido que podamos’. Para eso había que descansar, prepararse y hacer todo lo posible para llegar a esta final en las mejores condiciones. Eso hicimos todos y salimos con esa mentalidad”, contó el cordobés sobre una intimidad del grupo que demuestra el hambre de gloria de este equipo.
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