Domingo, 27 de octubre de 2013 | Hoy
Paola Hernández es hermana de crianza de Fernando Morales. Tiene 33 años, seis menos que el asesinado, quien había cumplido los 39 el 27 de septiembre. Colocó varias velas encendidas sobre el asfalto, a un par de metros del vallado que rodeaba a la municipalidad, custodiada por una dotación considerable de la Policía Bonaerense.
–¿Cómo lo recuerda a Pocho Morales?
–Era una persona que podía tener muchos defectos, pero era solidario, carismático, alegre y tenía muchas virtudes también. Eso lo prueba la gente que está acá.
–¿Es cierto que lo mataron delante de uno de sus hijos?
–Sí, de Ian, que tiene doce años y a raíz de lo que pasó no puede dormir, está con psicólogo, tiene miedo de que lo vengan a buscar también a él. Es un horror lo que le pasó.
–¿Tenía más familiares directos?
–Sí, dos hijos más de parejas diferentes. Aylén y Samara, que es una beba. La madre de Pocho vive en Uruguay, se enteró recién el jueves 24 porque no la pudimos ubicar antes.
–¿Cuántos testigos presenciaron el asesinato?
–Todo lo que pasó, Ian y otro chico más. Pero si contamos desde que se escucharon los disparos, hay cuatro testigos más.
–¿Qué información tienen sobre el presunto asesino?
–Que es uruguayo, se llama Pablo, y que está prófugo hasta de su propio país. Vino acá, lo refugiaron y se sintió con más poder.
–¿Es empleado del municipio como Aranda y Cabrera?
–No, era empleado de ellos dos. Por eso no figura en la municipalidad. Su protección seguramente es del poder político.
–¿La causa cómo está caratulada?
–Homicidio premeditado con alevosía y es igual para los dos detenidos y el prófugo. Esto fue a las cinco y cuarto de la tarde de un domingo, sobre la avenida Mitre, y si Pocho no caía corriéndolo a Ian, le daban a su hijo.
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