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Palacio, Gago, Insúa, las figuras que sustentaron el título boquense
El delantero fue el goleador del equipo campeón, pero además su valor más destacado; el volante central tuvo toque y quite en dosis superlativas, y el enganche se soltó en la parte final del campeonato para ganarse la ovación de los hinchas.
Por Ariel Greco
Además de su estructura de conjunto, todo buen equipo se sostiene en algunas individualidades de gran nivel. Y este Boca campeón del Apertura 2005 no fue la excepción, más bien todo lo contrario. La sensación es que algunos rendimientos personales, incluso, fueron superiores a la media del equipo. Y en ellos se apoyó este Boca de Alfio Basile.
Sin dudas que la figura más reluciente del vencedor del certamen fue Rodrigo Palacio, que además fue su goleador, con once tantos. El delantero bahiense debió pelear por la titularidad en los primeros partidos, pero a partir del éxito ante Argentinos, en la sexta fecha, cuando ingresó en el segundo tiempo y convirtió el gol del triunfo, se afirmó entre los once y mostró su mejor fútbol. Corridas electrizantes, diagonales indetenibles y actuaciones consagratorias lo convirtieron en el nuevo niño mimado de la hinchada, como quedó demostrado en el partido clave ante Independiente, probablemente su mejor labor con la camiseta de Boca.
Otro de los puntos altos de la campaña resultó Federico Insúa, en especial en el último tramo del campeonato. Tras un comienzo vacilante, logró revertir los murmullos por ovaciones, como la que le tributaron los hinchas en el partido ante Independiente. En total anotó siete goles, varios de ellos fundamentales, como el de ayer ante Olimpo, los dos que le marcó a Vélez, el que le señaló a Newell’s en el 2-1 de la Bombonera o el que le convirtió el domingo a su ex club.
En contraposición con la levantada de Insúa estuvo el rendimiento de Daniel Bilos, jugador en el que se sostuvieron las aspiraciones de Boca en la primera etapa del torneo. Sus galopadas por izquierda y los goles ante Central, Lanús y los dos a Tiro Federal significaron un aire importante en aquel momento. Luego de la neumonía que sufrió y la convocatoria a la Selección Argentina ya no exhibió el mismo nivel y no fue tan determinante como en el inicio.
Para Fernando Gago, la llegada de Basile significaba un gran desafío. Sin competidores a la vista, debía asumir la responsabilidad de convertirse en el patrón en la mitad de la cancha. Y lo consiguió con muchísima altura. A su buen toque habitual le agregó muchísima capacidad de quite, lo que lo transformó en uno de los valores más altos del certamen. Exhibió la personalidad suficiente para calzarse la cinco de Boca, sin la necesidad de pegar patadas para demostrarlo. Salvo el encuentro ante Estudiantes, en el que cumplió una fecha de suspensión, jugó completos los otros 18 partidos.
Y si bien su nivel no fue superlativo, tanto Sebastián Battaglia como Roberto Abbondanzieri dejaron en claro su importancia, sobre todo cuando estuvieron ausentes. Casualmente, los dos partidos que faltaron por estar con la Selección, ante Colón y Arsenal, Boca los perdió. El arquero, aún lejos de su mejor nivel, apenas recibió 12 goles en 17 partidos y en siete compromisos mantuvo la valla invicta, una marca para nada despreciable.