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Lo neutro, la cautela, el pie de plomo, lo seguro, configuran un estilo. Hay muchos otros y cada político desarrolla el que elige, el que más le sienta, donde se siente más cómodo. El estilo Scioli está pautado por esa cautela, por avanzar sobre territorio consolidado, arriesga poco. Las entrevistas con el gobernador bonaerense son como una pelea de Nicolino Locche, un legendario boxeador mendocino, llenas de amagues y juegos de cintura, eludiendo, zafando, neutralizando las preguntas duras. Locche llegó a campeón del mundo con ese estilo y Scioli, a vicepresidente y gobernador bonaerense.

Pero un patito se corrió de la fila. Una de esas situaciones de lugar equivocado en el momento equivocado. El gobernador abrió la guardia y le entró un gancho. Macri perdió al fútbol, pero ganó el partido. Scioli, al revés, ganó al fútbol y perdió el partido.

Macri se había adelantado para aumentar la tarifa del subte y de esa forma derivar el costo político hacia el gobierno nacional. Fue una decisión pensada: aceptar rápido, aumentar en forma inmediata y culpar a la Rosada. Una estrategia. Macri eligió el momento de la confrontación y ayer fue ese día. Y en el medio de esa movida, encontró la forma de abrazarse con el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Confronta, pero se abraza con su adversario. Nadie lo puede acusar entonces de ser el que confronta. Y quienes lo critiquen serán los confrontativos de siempre.

Las intenciones son bastante evidentes y más para un político como Scioli, que invitó a Macri a jugar al fútbol y terminó jugando al juego que quiso Macri. No fue el mejor momento para confraternizar con el jefe de Gobierno porteño, en principio porque Macri eligió ese mismo día para la confrontación y además porque la Presidenta está de licencia, reponiéndose de su cirugía en la garganta. Un detalle que nadie puede creer que se les haya pasado por alto. A Locche le faltó cintura.