Viernes, 27 de febrero de 2015 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Raúl Dellatorre
En un sólo dato se resume un cambio de criterios en YPF, entre antes y después de la renacionalización, del que después se derivan los demás resultados. El promedio de perforación de la compañía entre 2007 y 2011 fue de 18 pozos anuales. En abril de 2012 el Estado nacional se hizo cargo del control y puso a Miguel Galuccio al frente. En el segundo semestre empezó a “verse la mano” de la nueva conducción: el año cerró con 467 perforaciones. Pero ya en 2013 treparon a 906 y en 2014 fueron perforados otros 912 pozos, muy cerca de la meta de corto plazo de mil pozos anuales que Galuccio había previsto en su primer plan de desarrollo, en 2012.
La gestión de una petrolera se puede medir por diversas variables o resultados. Pero la actividad o inactividad se mide por la tarea que desarrolla en yacimientos. Repsol había paralizado la búsqueda de nuevas reservas y la ampliación de las que estaban en producción, ya sea por extensión del área perforada o por mayor densidad de pozos en la misma área.
Las cifras antes mencionadas suman los pozos de avanzada, de exploración, de explotación y de servicio. Si el acumulado de todos ellos arroja un número de 18 pozos perforados en un año, como ocurría en los últimos años de gestión de Repsol (con Ezkenazi asociado), lo que se refleja es una situación de absoluto abandono. El desafío que asumió Galuccio cuando fue convocado a conducir YPF fue revertir ese estado de cosas. El vuelco en el criterio de gestión tuvo a la actividad en yacimiento como eje: sin perforación no hay actividad petrolera. La meta sería alcanzar lo antes posible las mil perforaciones por año. De 18 a 1000; parecía utópico.
El panorama presentaba yacimientos de producción convencional muy viejos y un área no convencional (Vaca Muerta) que proyectaba grandes posibilidades, pero reclamaba fuertes inversiones en exploración y explotación. Galuccio ordenó actuar en los dos frentes, incorporando equipos de perforación que hasta 2011 escaseaban o estaban inactivos.
A principios de 2012, YPF había llegado a uno de los niveles históricos más bajos de equipos de perforación activos: tan sólo 29. La nueva estrategia que puso en marcha Galuccio a partir de mediados de ese año posibilitó que, a marzo de 2013, ya hubiera 51 equipos activos. Desde entonces, se mantuvo el ritmo de incorporación de unos 15 equipos al año.
Muy cercano a la meta, el estancamiento en la cantidad de pozos perforados en 2014 respecto de 2013 (912 contra 906) es explicada por los especialistas por el mayor esfuerzo asignado a las áreas no convencionales. “Son perforaciones más complejas; perforar un pozo lleva más días que en un yacimiento convencional”, justifican. Ello baja la cantidad de pozos, pero no el ritmo de actividad, que sigue mostrando una YPF distinta, con un nuevo paradigma y mejores resultados a la vista. Aunque haya quienes insistan en negarlo.
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