Justo en la conmemoración del trigésimo aniversario del golpe militar, el Gobierno dio marcha atrás con una medida que en su momento había aplicado José Alfredo Martínez de Hoz. Incrementó las retenciones a las exportaciones de cuero crudo para evitar perjuicios a la industria del calzado e inminentes aumentos en los productos.

El último en bajar las retenciones no fue el ex ministro de la dictadura sino Roberto Lavagna, pocas semanas antes de irse. Tomó la medida bajo la suposición de que ayudaría a contener la imparable escalada en los precios de la carne. Ahora, con los resultados a la vista –los bifes siguieron encareciéndose en las carnicerías–, Néstor Kirchner elevó del 8 al 15 por ciento los derechos a las exportaciones de cueros, volviendo al nivel que tenían antes del retoque aplicado por Lavagna.

Francisco Pugliese, presidente de la Cámara de la Industria Proveedora de Insumos para el Calzado, aseguró que la revisión de la medida “permitirá que no aumente el calzado” y se eviten despidos en el sector. “El aumento de las retenciones permitirá que los cueros no se sigan exportando en volúmenes tan importantes. Así se impedirá que suban los precios de los calzados, más cuando estamos a poco de comenzadas las clases”, aseguró el empresario. La pelea entre los frigoríficos y las curtiembres son un clásico de la economía argentina, ya que los primeros les venden la materia prima a las industrias del cuero. La rebaja de las retenciones fue decidida con el objetivo de mejorar el ingreso de los frigoríficos por sus ventas a las curtiembres. Lavagna pensó que esa mayor rentabilidad aliviaría la presión sobre el precio de la carne. Pero eso nunca sucedió.