“A cuatro centavos el kilowatio no es raro que la gente no ahorre energía”, concluyó de un modo lineal el vocero de una distribuidora eléctrica, justificando los magros resultados del Programa del Uso Racional de la Energía Eléctrica que se conocieron ayer. Según los datos difundidos oficialmente, entre el 10 de noviembre y el 9 de diciembre pasados los usuarios de Edenor, Edesur y Edelap tuvieron más penalizaciones que premios, ya que la mayoría no sólo no cumplió con la meta de ahorrar un 10 por ciento que impone aquel programa sino que demandó aún más. La contracara de esta frustración es que gran parte de los recursos que aportan los derrochadores quedan para las arcas de Planificación: lo que está en juego en ese lapso son algo más de 30 millones de pesos, que en parte el Estado podría destinar a compensar a los generadores.

Medidos de megawat/hora, en ese período el ahorro fue de 152.847 y el consumo en exceso de 384.375, lo que arroja un salto negativo de 231.528. En número de usuarios la cuenta indica que 626 mil tuvieron bonificaciones (premios en sus facturas) por economizar energía, mientras que 1.164.180 resultaron penalizados. Lejos de sorprender, el resultado replica la pobre performance del Puree manifestada por mediciones anteriores, lo que permite sospechar que el programa de ahorro es ineficaz.

El plan, lanzado en mayo del 2004, tuvo como propósito desalentar la demanda domiciliaria para redireccionar la escasa energía hacia la industria, que le exige cada vez más a un sistema cuya capacidad de generación no puede incrementarse sin importantes inversiones que tardan en madurar. La pauta fundamental de ese programa, que a mediados del 2005 se hizo más restrictivo, es indicar un ahorro del 10 por ciento que, de no respetarse, encarece en una proporción creciente la electricidad “consumida de más”.

Los clientes que consiguen un ahorro son acreedores de descuentos que en la caja de las distribuidoras se compensan con lo que pagan los penalizados. Según subrayan con esmero las empresas, el efecto del Puree sobre sus cuentas es neutro, ya que el saldo (la diferencia por lo que pagan los usuarios castigados) va al Estado. De la resolución número 43 publicada ayer en el Boletín Oficial, surge que la brecha del último período mensual medido arrojaría un saldo algo superior a los 30,73 millones de pesos, que en su mayor parte alimentarían las cuentas administradas por Julio De Vido: 13,45 millones provenientes de Edenor, 12,33 millones de Edesur y 2,46 millones de Edelap.

Una demanda ineludible para esos fondos públicos es la de Cammesa, la administradora del mercado eléctrico mayorista, a través de la cual el Estado hoy compensa a los generadores. Estos deben cobrar la energía según sus costos, que fueron en aumento. Pero como las distribuidoras –sus principales clientes– tienen gran parte de los precios congelados por decisiones del Gobierno, la compensación a las usinas fue asumida como una obligación estatal. En este marco es que Planificación encarará la construcción de las dos centrales de ciclo combinado encomendadas a Siemens, vitales para atender la mayor demanda de electricidad.

Para las distribuidoras la poca voluntad de ahorrar energía sólo se explica porque la electricidad es “excesivamente barata”. Un domicilio con un consumo bimestral de 650 kilowatios gasta a razón de 80 centavos por día. Si no cumple con la pauta de ahorro fijada por el Puree, la pena quizás haga poca mella en su economía. La situación, sin embargo, puede cambiar notoriamente cuando las empresas concluyan la revisión tarifaria integral en 2008, que les permitirá encarecer también las facturas domésticas, como recientemente lo hicieron con industrias y comercios.