El encuentro bilateral entre Argentina y Brasil incluyó en su declaración final un fuerte rechazo al golpe de Estado en Honduras y un pedido para restituir en el poder a Manuel Zelaya. Ambos gobiernos reiteraron que “no reconocerán el resultado de elecciones conducidas por el gobierno de facto” y “el llamado para que cesen de inmediato las acciones de hostilidad a la sede diplomática de la República Federativa del Brasil en Tegucigalpa”. Además de esta afirmación política de contundencia, tanto Inácio Lula da Silva como Cristina Fernández de Kirchner expresaron su preocupación por la presencia en la región de bases militares de una potencia extrarregional, “situación que resulta incompatible con los principios de respeto a la soberanía y a la integridad territorial de los Estados de la región”.

Sin mencionarlo, ambos países rechazaron las bases estadounidenses en Colombia. Por otro lado, el mandatario brasileño reiteró el respaldo de su país a “los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía relativa a las Islas Malvinas”.