Desde Mar del Plata

Aunque se esmeró en aclarar expresamente que no estaba en su ánimo dar consejos, el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso planteó ayer algunas ideas que podrían interpretarse como sugerencias para la gestión de la presidenta electa. Una: mantener las retenciones en un contexto de altos precios internacionales de los commodities. Dos: combatir la inflación recortando gastos y no por la vía de los controles de precios. Tres: intentar la continuidad administrativa, siempre y cuando Cristina Fernández de Kirchner tuviera un juicio positivo sobre la gestión de los ministros que acompañan a su marido.

Con su oratoria seductora, de intelectual sólido, Cardoso arrancó varios aplausos durante su extenso y atractivo discurso de la cena de apertura del Coloquio de Idea. Además de ponderar la importante baja de la pobreza que viene consiguiendo América latina, planteó la idea de que el Gobierno “tiene que ser respetuoso del mercado”. Durante el encuentro que tuvo ayer por la mañana con la prensa precisó la consigna: “Esto no significa que el Estado no tenga que intervenir cuando es necesario: no se puede controlar el mercado por decreto, pero tampoco se puede dejar todo a su arbitrio”.

Bajo esa consigna básica que niega la dicotomía Estado vs. mercado, el ex ministro de Relaciones Exteriores y sucesor por dos períodos consecutivos de Itamar Franco fue de a poco componiendo una eventual receta para combatir la inflación local, que “no es un drama” mientras esté en el nivel del 10 o el 15 por ciento anual y en la medida en que no se la controle artificialmente. El antecesor de Lula reconoce en Argentina un crecimiento extraordinario e interpreta el triunfo de Cristina F. de K. como un reconocimiento de la ciudadanía a los logros de gestión de Néstor Kirchner, entre los que podría incluirse la última decisión de subir las retenciones al agro. También mencionó que “esta suba de los impuestos a las exportaciones agropecuarias se entienden porque el beneficio del agro proviene de una suba de los precios internacionales y no de un aumento de la competitividad”. Otra clave será el destino que el Estado les dé a los recursos recaudados por esta vía: “Para inversiones en infraestructura, sí; para aumento de gastos corrientes, no”, apuntó.