Martes, 15 de julio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › POLéMICA POR UNA CARICATURA DE OBAMA Y SU MUJER EN EL NEW YORKER
La oficina del candidato demócrata calificó de “mal gusto y ofensiva” la caricatura. El New Yorker explicó que su intención era burlarse de los que atacaban a Obama por islamista o izquierdista. También fueron criticados por los republicanos.
Una semana después de haber sido cuestionado por su presunta falta de patriotismo, Barack Obama se sintió ofendido por una caricatura sobre su figura que publicó el semanario New Yorker. La revista de perfil progesista dibujó en su última portada al candidato presidencial como un islamista y a su esposa, Michelle, como una guerrillera afro. “Es de mal gusto y ofensiva”, dijo el portavoz de la campaña demócrata.
Tanto el senador por Illinois como sus simpatizantes deben haber quedado boquiabiertos después de hojear la tapa del Yorker de ayer. En un dibujo satírico, la revista muestra un Obama de túnica blanca y turbante, y a su mujer, con un peinado afro y un fusil Kalashnikov. Ambos festejan la victoria en el despacho oval de la Casa Blanca y chocan sus puños en un gesto de complicidad y revancha, mientras en la pared cuelga un retrato del fundamentalista islámico Osama bin Laden y en la chimenea arde una bandera de Estados Unidos.
La intención del semanario era burlarse de los críticos del senador demócrata, pero la campaña de Obama no lo interpretó de la misma forma. “The New Yorker podría pensar, como un empleado de su equipo nos ha explicado, que la portada es un sátira de la caricatura que los críticos del ala derecha han intentado crear del senador Obama, pero la mayoría de los lectores considerarán que es de mal gusto y ofensiva, y nosotros estamos de acuerdo”, aseguró su portavoz, Bill Burton.
La portada de la revista también cayó mal en la campaña republicana, que luego se solidarizó con el senador de Illinois en un correo electrónico. “Estamos completamente de acuerdo con el equipo de campaña de Obama de que es de mal gusto y ofensiva”, dijo Tu-cker Bounds.
Después de generar semejante revuelo, el editor del New Yorker, David Remnick, tuvo que salir a dar la cara. En un comunicado, explicó el sentido editorial de la ilustración de Barry Blitt, que como todas las portadas del semanario fundado en 1925, es un dibujo sin texto. “Nuestra portada sobre la ‘política del miedo’ combina una serie de imágenes fantasiosas acerca de los Obama y las muestra como obvias distorsiones”, argumentó Remnick.
El editor dijo que el caricaturista pretendía evidenciar la campaña de desinformación en contra del líder afroamericano. “La sátira es parte de nuestra actividad y está destinada a poner las cosas al descubierto, a presentar un espejo frente al prejuicio, al odio y al absurdo. Ese es el espíritu de la portada”, insistió.
La publicación del dibujo satírico ocurrió después de que en febrero pasado saliera a la luz una fotografía de Obama en la que se lo ve vestido de traje típico somalí. La foto, tomada en 2006 durante un viaje del senador a Kenia, el país natal de su padre, muestra al político ataviado con un turbante y una túnica blanca. En ese entonces también circuló el rumor acerca de que Obama era musulmán, pero el senador siempre lo desmintió.
Mientras tanto, el candidato demócrata anunció ayer que de llegar a la Casa Blanca enviará un contingente adicional de 10.000 soldados estadounidenses a Afganistán, ante la creciente ola de violencia que azota el país ocupado por la OTAN. “Como presidente llevaría a cabo una estrategia nueva y comenzaría por poner, como mínimo, dos brigadas de combate a disposición de nuestra misión en Afganistán”, dijo en un artículo que escribió para el diario The New York Times.
En la columna, Obama se mostró de acuerdo con el premier iraquí, Nuri al Maliki, que reclama la inclusión de un calendario de retirada de las tropas estadounidenses en las negociaciones actuales sobre la presencia de esos soldados en Irak, y criticó a McCain que, al igual que el presidente George W. Bush, rechaza la exigencia del país ocupado. “No es una estrategia para el éxito, sino una estrategia para quedarse que va en contra de la voluntad del pueblo iraquí, del pueblo estadounidense y de los intereses de seguridad de Estados Unidos”, señaló el líder demócrata. “Por eso, en mi primer día en la oficina, encomendaré a las Fuerzas Armadas una nueva misión: poner fin a la guerra”, prometió.
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