Viernes, 1 de agosto de 2008 | Hoy
EL MUNDO › INMIGRANTES CON CIRUGIA ESTETICA
Por Jaime Prats *
Desde Valencia
A Orly Cuzco, de 28 años, no le gustaba su nariz: “Me marcaba mucho los rasgos incas”. Por eso, este ecuatoriano de Guayaquil que reside en Madrid no dudó en destinar los 4200 euros que tenía ahorrados para pasar por el quirófano y así “llamar menos la atención” por la calle. Ahora, está encantado con el resultado. “Me ha quedado muy bien”, comenta Cuzco, que, con la boca pequeña, cita entre los motivos de la intervención a la que se sometió hace cuatro meses un ligero desplazamiento del tabique nasal. La forma de la nariz es uno de los rasgos que más pistas da del origen étnico de una persona. De ahí que la rinoplastia se haya convertido en la intervención estrella entre los inmigrantes –la mayoría sudamericanos– que, cada vez en mayor número, deciden recurrir al bisturí para occidentalizar su aspecto.
Hay casos, como el de Orly, en los que se acude a la consulta para reducir la nariz, aunque lo más normal es lo contrario: ganar volumen, estrechar unas fosas excesivas y aumentar el caballete. “Muchos clientes vienen con la excusa de un tabique desviado cuando lo que pretenden es corregirse narices chatas y suavizar los rasgos que identifican su nacionalidad”, comenta Diego Tomás, el cirujano que operó a Orly y que al año atiende una treintena de casos similares, algo menos del 10 por ciento del volumen de su clientela. “Se ha notado un importante incremento de este tipo de pacientes los últimos años”, apunta.
A la Sociedad Española de Cirugía Estética, Plástica y Reparadora (Secpre) tampoco le ha pasado por alto este fenómeno, que incluso abordó en su reunión del mes pasado celebrada en Zaragoza. Su presidente, Antonio Porcuna, también reconoce un aumento de este tipo de clientes que buscan “una nariz más occidentalizada”. “Es una forma de adaptarse al medio en el que viven”, comenta Salvador Rodríguez-Camps, un cirujano de Valencia que opera una treintena de este tipo de casos al año. La nariz es la intervención reina, pero no la única. Rodríguez-Camps recuerda haber operado también a mujeres centroamericanas con el rostro muy redondeado a las que ha implantando prótesis en el mentón para estilizar su perfil.
Incluso a ciudadanos de origen oriental que buscaban una mirada con rasgos europeos. En este caso se recurre a la blefaroplastia, una cirugía de los párpados aplicada a redondear el contorno ocular. “Es una intervención no demasiado compleja en la que se emplea anestesia local”, señala. En España, esta técnica no es demasiado común, pero sí en países con colonias importantes de ciudadanos asiáticos. “En el último congreso de la Sociedad Internacional de Cirugía Estética hubo muchas ponencias relacionadas con técnicas para occidentalizar los ojos, algo especialmente frecuente entre inmigrantes chinos y japoneses residentes en Australia y en Estados Unidos”, relata Antonio Porcuna, responsable de la Secpre.
Hasta tal punto que estas intervenciones se han convertido prácticamente en una subespecialidad de la cirugía estética en estos países, de forma que hay consultas centradas casi exclusivamente en tratar a estos pacientes. En España, el fenómeno es sensiblemente menos frecuente. La Secpre no tiene datos del volumen que puede suponer este tipo de intervenciones de las 400.000 que se practican al año. Cirujanos consultados estiman que pueden ser varios centenares, una cifra que calculan a partir de la práctica clínica tanto suya como de su entorno.
Igual de complicado es saber el número de inmigrantes que aprovechan las vacaciones en sus países para operarse y ahorrarse así unos euros. “Yo lo pensé, pero no me compensaba; si salía mal no podría reclamar desde España.” Orly Cuzco lo descartó, pero no otros compatriotas a quienes les compensó arriesgarse a un eventual problema en el postoperatorio a cambio de una operación mucho más barata por 1200 o incluso 900 dólares.
Eso sí, en un quirófano no vale todo. Existe una frontera infranqueable por la mayoría de los cirujanos que está en el buen gusto y la proporción entre las facciones. “En toda intervención hay que respetar los rasgos faciales, de forma que el resultado sea armónico”, según Antonio Porcuna. Juan Antonio Mira, un cirujano de Valencia, insiste en esta idea: “Las correcciones deben estar siempre dentro de una fidelidad étnica”. “Si vienen a corregir una nariz ancha, yo la estrecho pero manteniendo el estilo latino; no pongo a una latina una nariz de alemana”, apunta.
Hay especialistas que matizan que la intención de los pacientes sea renunciar a sus rasgos étnicos. O que exista una motivación de integrarse a costa de diluir las trazas que identifican su nacionalidad. Más bien, como apunta José María Palacín, de la clínica Teknon de Barcelona, el deseo de estas personas obedece a corregir partes del rostro con las que no se encuentran a gusto y, de paso, acercarse al modelo de belleza universal, que pasa por el canon occidental forjado por los medios de comunicación. Esto es algo que tiene en mente todo aquel que se pone en manos de un cirujano plástico, independientemente de su procedencia, comenta Palacín.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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