Un ataque nocturno a un puesto militar turco terminó con 38 muertos. Los separatistas kurdos los tomaron por sorpresa. Entraron al país desde Irak y se lanzaron con ametralladoras y lanzagranadas contra la pequeña instalación fronteriza. Al menos 15 soldados murieron, dos siguen desaparecidos y 20 resultaron heridos. Los rebeldes lograron emprender la retirada hacia territorio iraquí, pero los refuerzos turcos los alcanzaron diez kilómetros después de la frontera. Según informó el gobierno de Ankara, sus helicópteros y artillería “neutralizaron” a 23 combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

El gobierno turco en pleno estuvo todo el día de ayer reunido para decidir el mejor contraataque. El presidente Abdulá Gul canceló su visita ayer a París, mientras que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan suspendió su gira internacional y regresó de inmediato de Turkmenistán.

“Nuestra lucha contra el terrorismo proseguirá en cualquier condición y por encima de cualquier otro asunto, a través de una efectiva cooperación entre los cuerpos del Estado, y todo tipo de medida será puesta en marcha con determinación”, aseguró Erdogan.

Esas palabras llegan días antes de que el Congreso turco vote la extensión por un año más del mandato presidencial para atacar a discreción las bases del PKK en territorio iraquí. Tanto Bagdad como Washington estaban intentando negociar el fin del mandato presidencial y avanzar sobre una cooperación entre los tres gobiernos y sus fuerzas armadas. El PKK, considerado una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, encontró refugio en el norte iraquí, después del derrocamiento de Saddam Hussein y la ocupación estadounidense.

En el ataque de ayer, los kurdos demostraron que pierden fuerza a pesar de los cotidianos ataques turcos de un lado y del otro de la frontera. Según el ejército de Ankara, alrededor de unos 350 rebeldes atacaron el puesto de control fronterizo. “Estamos investigando cómo tuvo lugar ese traicionero ataque, quién lo facilitó”, dijo visiblemente irritado el presidente Gul, en un mensaje televisado.