Domingo, 5 de abril de 2009 | Hoy
EL MUNDO › MILES DE ACTIVISTAS ANTIBELICOS CHOCARON CON FUERZAS POLICIALES EN ESTRASBURGO
Obama hizo hincapié en la necesidad de que los aliados aporten contribuciones económicas o participen más activamente en la formación de las fuerzas de seguridad afganas. Los incidentes opacaron el último día de la cumbre.
Por Eduardo Febbro
Desde París
La cumbre de la Alianza Atlántica celebrada en la ciudad francesa de Estrasburgo terminó con un consenso global entre los 28 dirigentes de la OTAN, pero no escapó a la virulencia de sus opositores. Pese a un dispositivo policial digno de una cárcel de alta seguridad –el centro de Estrasburgo fue literalmente aspirado de sus habitantes, los comercios obligados a cerrar y la gente sin ninguna capacidad de circulación–, los manifestantes anti-OTAN más radicales protagonizaron enfrentamientos de una extrema violencia en momentos en que la OTAN elegía a un nuevo secretario general, decidía el envío de 5000 solados suplementarios a Afganistán y consagraba el retorno de Francia al mando integrado de la Alianza tras 43 años de ausencia. Los disturbios más serios tuvieron lugar al este de la ciudad, cerca de la frontera con Alemania, donde grupos muy activos sembraron desorden y destrucción. Los manifestantes destruyeron un pequeño centro comercial, un hotel, varios negocios, el antiguo puesto fronterizo entre Francia y Alemania y una capilla, en cuyo techo podía leerse una frase que decía: “La religión es otra cosa que la sombra del universo sobre la inteligencia humana. Víctor Hugo”.
Los anti OTAN estaban de hecho compuestos por dos núcleos bien distintos: los pacifistas “pacíficos” y los violentos. Los estragos protagonizados por los segundos se produjeron a apenas doscientos metros de los primeros. Según las cifras, ayer hubo entre 15 mil y 30 mil manifestantes contra la OTAN, mil de ellos superviolentos. Habría también que contabilizar a los ceca de 10 mil que venían de Alemania pero cuyo paso fue impedido por la policía. La cumbre de la OTAN era una cita esperada por los antiatlantistas ya que esta cita tiene un peso determinante: la cumbre de Estrasburgo debía redefinir el futuro de la organización y, sobre todo, reorganizar la misión exacta de la Alianza en Afganistán.
La situación en este país terminó monopolizando los trabajos de la última jornada en la cual los aliados respondieron positivamente a los planteos estratégicos presentados por el presidente norteamericano Barack Obama. El presidente estadounidense les pidió a los aliados que aumentasen su contribución en Afganistán. En los próximos meses Washington enviará 21.000 militares más que se sumarán a los 36.000 ya desplegados. Esta vez, la administración estadounidense cambió el discurso con que se dirigió a los aliados de la OTAN. En vez de pedir únicamente contribuciones en hombres, Obama atenuó esa formulación e hizo hincapié en la necesidad de que los aliados aporten contribuciones económicas o participen más activamente en la formación de las fuerzas de seguridad afganas y en la supervisión de las elecciones previstas para el 20 de agosto próximo. Francia y Alemania se mostraron particularmente sensibles a ese discurso. “No tenemos derecho a perder, allí se juega una parte de la libertad del mundo”, dijo el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
España ofreció contribuir con el envío a Afganistán de 450 hombres que estarán encargados de garantizar la seguridad de las elecciones y nueve millones de euros destinados al ejército afgano. Alemania aumentará su presencia militar con 800 soldados (200 de ellos para las elecciones), Italia desplegará 500 hombres de manera permanente –entre 200 y 250 sólo para los comicios–, y Polonia enviará entre 400 y 600 militares. En total, según cálculos adelantados ayer por Estados Unidos, los aliados de la OTAN harán circular en Afganistán unos 5000 hombres suplementarios, de los cuales 3000 operarán en el curso de las elecciones de agosto próximo. Muy a tono con el carisma y el perfil adoptado por Barack Obama, Nicolas Sarkozy y la canciller de Alemania Angela Merkel se mostraron totalmente de acuerdo con los criterios de la administración Obama. Merkel habló de “responsabilidad histórica” cuando alabó la estrategia afgana del presidente norteamericano mientras que Nicolas Sarkozy reiteró que los miembros de la OTAN no estaban “contra los afganos” sino “con ellos”.
Lo cierto es que de aquí a agosto los afganos verán llegar nuevos uniformes que se agregarán a los 70 mil soldados actualmente estacionados en el país, la gran mayoría bajo el mando de la OTAN. La calamitosa gestión asumida por la precedente administración norteamericana no hizo más que reforzar a los “enemigos” que tenía por objetivo combatir, es decir, los talibán.
El régimen derribado con las bombas de Georges Bush a finales de 2001 volvió a las sombras y desde allí reconstituyó su poder y su influencias. Violencia, inestabilidad, atentados, secuestros y masivo trafico de opio son el resultado de esos ocho años de gestión. Nada dice tampoco de que el incremento de las tropas arregle la problemática. Más bien, la solución parece estar en ese enfoque de Barack Obama que consiste en salir de la guerra como única opción y entablar un diálogo con los talibán.
Por lo demás, los 28 miembros de la OTAN lograron superar el obstáculo que levantó Turquía cuando se opuso a que el primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, se convirtiera en el nuevo secretario general de la Alianza en reemplazo de Jaap de Hoop Scheffer. Turquía había impugnado al jefe del Gabinete de Dinamarca porque en 2005 había defendido el derecho de un diario dinamarqués de publicar las famosas y controvertidas de Mahoma.
Otro objeto de consenso fue Rusia. Pese a la persistente multiplicación de los desacuerdos con Moscú, los dirigentes de la OTAN señalan que “la OTAN y Rusia tienen intereses comunes en materia de seguridad”, intereses comunes “en la estabilización de Afganistán” así como “en la lucha contra el terrorismo, la droga y la piratería”. La cumbre de los 60 años de la OTAN fue en realidad la cumbre de un solo hombre: Barack Obama. El presidente norteamericano subyugó a sus interlocutores europeos. Su doctrina del diálogo, la asociación y la multilateralidad supo hacer acallar las hondas divergencias y hacer suspirar a los europeos de admiración en proporciones que, muchas veces, rozaron el infantilismo y el ridículo.
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