EL MUNDO › EL PRESIDENTE ZARDARI DIJO QUE ECHARáN A LOS TALIBáN DE SWAT

Pakistán anunció una ofensiva

Los combatientes islamistas, vinculados con Al Qaida, controlan desde hace dos años la mayoría del valle de Swat, que en otra época fue la zona más turística de Pakistán, e impusieron un régimen de terror. El ejército busca recuperar el control.

El primer ministro paquistaní, Yusuf Raza Gilani, anunció ayer en un mensaje transmitido por televisión que el gobierno había ordenado al ejército “eliminar a los terroristas islamistas”, los talibán de la región de Swat. “Con el fin de restaurar el honor y la dignidad de nuestro país y para proteger al pueblo, hemos pedido a las fuerzas armadas que eliminen a los combatientes islamistas y a los terroristas”, dijo el primer ministro en su discurso a la nación.

Este anuncio, hecho después de 12 días de una ofensiva militar contra los talibán, obligó a huir de sus hogares a miles de civiles. Los aviones de caza y los helicópteros bombardearon escondites de los islamistas en sus bastiones del distrito de Swat, en Malam Jabba, Matta y Jawaza Jela, según el ejército, que reconoció nueve bajas entre el miércoles y el jueves.

“En 24 horas, hemos perdido nueve soldados y unos diez resultaron heridos”, dijo el general Athor Abas. Siete de los soldados murieron en una emboscada a la entrada de Mingora, la principal ciudad del distrito de Swat. “Las tropas entraban y fue allí donde cayeron siete soldados. Dos soldados murieron en otro lugar del valle al norte de Matta”, dijo Abas.

Según cifras del ejército imposibles de contrastar con fuentes independientes, 300 talibán y no más de 20 soldados paquistaníes murieron en los doce días que van desde el principio de la ofensiva, que se concentraba inicialmente en los distritos de Lower Dir y Buner, más cerca de Islamabad, y que acabó extendiéndose al valle de Swat.

Los combatientes islamistas, vinculados a Al Qaida, controlan desde hace dos años la mayoría del valle de Swat, que en otra época fue la zona más turística de Pakistán, e impusieron un régimen de terror. El ejército nunca logró recuperar el control de la región. A mediados de febrero, los talibán firmaron un acuerdo de alto el fuego con el gobierno que, a cambio, les concedió la instauración de tribunales islámicos en Swat y en seis distritos vecinos.

Pero en lugar de deponer las armas, como lo imponía el acuerdo, los islamistas aprovecharon la tregua para ganar terreno fuera de Swat, adueñándose de los distritos de Lower Dir y Buner, a unos 100 km de la capital, Islamabad.

El acuerdo fue muy criticado por Washington. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, lo tachó de “abdicación”. Bajo la presión de Estados Unidos, del que Pakistán es un aliado clave en su “guerra contra el terrorismo”, el ejército inició la reconquista de Lower Dir el 26 de abril y, dos días más tarde, de Buner. Desde hace dos días, el ejército también enfrenta a los talibán en violentos combates en Swat mismo. Gilani prometió ayer “acciones firmes para restaurar la paz y el orden” en esos distritos. Pero los civiles se quejan de estar atrapados entre los combates. “Un obús de mortero alcanzó mi casa, yo sobreviví pero me voy de Swat, ya no vale la pena vivir aquí”, declaró Nasir Jamal, un farmacéutico.

Además de decenas de miles de desplazados procedentes de Buner y Lower Dir desde hace unos diez días, más de 40.000 civiles huyeron el martes y el miércoles de Mingora, la ciudad principal de Swat, y sus alrededores, habitados por unas 300.000 personas, según las autoridades provinciales.

“La crisis humanitaria se agrava”, consideró ayer el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que dice estar “reuniendo sus recursos para poder proporcionar alimentos y bienes de primera necesidad a 120.000 personas desplazadas a causa de los combates”’.

Antes de la ofensiva en Buner y Lower Dir, el CICR ya asistía a 100.000 personas desplazadas en las zonas tribales y en la provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP).

El ejército paquistaní lucha desde 2002 contra los insurgentes en las zonas tribales fronterizas con Afganistán, que Washington considera el nuevo bastión de los talibán y de Al Qaida.

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El presidente paquistaní, Asif Ali Zardari (der.), habla a la prensa desde Washington.
 
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