Satisfecho y optimista, el presidente boliviano Evo Morales terminó el 2009 haciendo planes para el 2010. “Este año ha sido el mejor año para el gobierno, para el MAS y para los movimientos sociales. Ahora hay que acelerar esas profundas transformaciones que espera el pueblo boliviano”, anunció, triunfante, esta semana. Ayer el mandatario se reunió con los cocaleros en El Chapare y anteayer con los principales movimientos sociales en un encuentro masivo en la capital, La Paz. El objetivo fue el mismo: hacer un repaso de los logros y las victorias de este año, anunciar un proyecto de ley para legalizar las parcelas familiares de coca y prepararse para las elecciones locales de abril próximo. “Así como ganamos con más del 80 por ciento las elecciones nacionales en el departamento, tenemos que ganar las alcaldías de las ciudades de La Paz y El Alto, y la gobernación”, aseguró ante una multitud capitalina.

Morales asumirá su segundo mandato el 22 de enero próximo, y su prioridad será redactar y aprobar las más de cien leyes para poner en funcionamiento la nueva Constitución, creada y puesta en vigencia durante su primer gobierno a través de una Asamblea Constituyente. Tiene mucho a su favor. Las elecciones del 6 de diciembre pasado no sólo reafirmaron su legitimidad popular –fue reelecto con el 64 por ciento–, sino que además le otorgó, por primera vez, una contundente mayoría en las dos cámaras del Congreso Nacional. Al menos, a nivel institucional, ya no tiene impedimientos para avanzar con sus proyectos de leyes.

Esa hegemonía ya prendió todo tipo de alarmas dentro de la diezmada oposición, que cada vez más se encierra en la rica y próspera Santa Cruz. Desde el día posterior a las elecciones, el ex candidato presidencial Manfred Reyes Villa denuncia a los cuatro vientos que es un perseguido político y, con ese argumento, se niega a presentarse ante la Justicia, donde lo investigan por corrupción. Por otro lado, el Comité Cívico cruceño –el órgano que lideró con éxito la lucha por la autonomía– acusa al gobierno de Morales de iniciar un ataque frontal contra ellos. En las últimas semanas el gobierno central ordenó la expropiación de cientos de hectáreas de familiares o aliados de la cúpula cruceña. Según La Paz, eran tierras improductivas o cuyos papeles no estaban en regla.

Más allá de las denuncias cruzadas, lo que es innegable es que mientras que la oposición intenta desesperadamente evitar su derrumbe, el gobierno central está disfrutando de su mejor momento. Morales aprovechó el viento a favor y lanzó esta semana sus candidatos para las elecciones regionales del 4 de abril próximo, las primeras bajo el nuevo régimen constitucional, que define a Bolivia como un país plurinacional y autonómico.

Para el cargo de prefecto de La Paz el mandatario propuso al actual secretario general de la prefectura, Félix Patzi, y para la alcaldía de la ciudad fue nominada la diputada Elizabeth Salguero, actual titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja. Además, el sindicalista Edgar Patana, de la Central Obrera Boliviana (COB), fue elegido para disputar la alcaldía de El Alto. De mantenerse las tendencias de los últimos comicios nacionales, los candidatos oficialistas del Movimiento al Socialismo (MAS) deberían arrasar en las urnas.

Sin nubes negras en el horizonte, Morales se animó a ver más allá de los temas puramente domésticos y comenzó a proyectarse como un referente de los temas que interesan a la comunidad internacional. El mandatario boliviano anunció que la tercera semana de abril del año próximo la ciudad de Cochabamba hospedará la Cumbre Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático, un intento de conseguir los acuerdos y los compromisos que no se lograron en Copenhague durante la cumbre de las Naciones Unidas.

Tanto Bolivia como Venezuela y otros países latinoamericanos como Brasil criticaron duramente a Estados Unidos y China en Dinamarca por negarse a reducir de forma significativa sus emisiones de gases, que producen el efecto invernadero. Morales aspira a conseguir una convocatoria mayor a la de sus socios del Alba, quienes ya se comprometieron a aceptar las reducciones demandadas por la ONU.

Y cree que lo logrará. “Bolivia es un país ahora respetado, ése es el mejor regalo de Navidad para todos los bolivianos”, celebró el mandatario.