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Arranca hoy el segundo debate electoral televisado en Gran Bretaña. Tras la exitosa actuación del liberal demócrata Nick Clegg la semana pasada, los candidatos a primer ministro, el laborista –y actual premier– Gordon Brown y el conservador David Cameron intentarán recuperar el protagonismo perdido y contrarrestar el inesperado “efecto Clegg”, en un duelo que será transmitido por la cadena Sky News. La reciente popularidad de los libdems ya empezó a reconfigurar el mapa de alianzas de cara a las elecciones generales del próximo 6 de mayo. Ayer, el mismísmo Brown dijo que deseaba forjar una “alianza progresista” con la nueva estrella de la política. La respuesta de Clegg fue contundente: “Brown es un político desesperado”.

De la noche a la mañana, el ignoto Nicholas William Peter Clegg logró acaparar la atención de los electores y de los medios. Según el último sondeo difundido ayer por la empresa Ipsos Mori, los liberal demócratas y el partido conservador están cabeza a cabeza en la intención de voto, empatados con un 32 por ciento. Atrás quedó el laborismo, que de acuerdo con la misma encuesta araña el 28 por ciento de las preferencias.

Los 90 minutos que duró el primer debate televisado en la historia del Reino Unido marcaron un antes y un después en la contienda electoral. Clegg, que hasta entonces era conocido por uno de cada tres votantes británicos, supo capitalizar su carismática figura y cooptar el voto de varios electores decepcionados con la política de Westminster, sacudido hace ya un tiempo por los escándalos de los gastos de representantes laboristas y conservadores en el Parlamento.

El mensaje del liberal fue sencillo pero efectivo: “Cuanto más se atacan, más exactamente suenan a lo mismo”, dijo Clegg sobre sus contrincantes durante el primer duelo dedicado específicamente a tratar cuestiones de política nacional. Según el político, de 43 años, el duopolio de laboristas y conservadores en el poder ha llevado a la decadencia de Gran Bretaña, y por tanto apostar a él, es apostar al cambio.

Hasta ahora, son todas meras especulaciones. Pero el segundo debate a realizarse hoy, y centrado sobre política exterior, promete ser un evento decisivo para establecer una tendencia certera en los votos. Clegg, ex miembro del Parlamento de Estrasburgo, es un ferviente defensor de la adhesión del Reino Unido a la Unión Europea y por ello seguramente recibirá ataques de los antieuropeos tories y de los tibios laboristas.

Otro de los temas centrales será la presencia militar de tropas británicas en el exterior, un conflicto altamente impopular entre la opinión pública y al que el único partido que se opuso fue el liberal demócrata. El proyecto de renovación de la flota de submarinos nucleares por un sistema más moderno –con un costo estimado cercano a los 88.000 millones de euros– promete ser también un punto fuerte de la discusión. Laboristas y conservadores defienden esta renovación, y acusan por esto a los liberal demócratas que lo consideran un despilfarro desfasado en un momento de desarme atómico promovido desde los Estados Unidos.

Las disidencias entre los tres candidatos son claras. Sin embargo, el renovado apoyo ciudadano a los liberales democráticos ha logrado que el primer ministro Brown intente tender puentes hacia los liberales, para asegurarse cinco años más en el poder. En una entrevista publicada ayer por el diario The Independent, el actual premier dijo tener deseos de formar una “alianza progresista” con el revitalizado Clegg. Incluso afirmó que los laboristas se comprometerían a celebrar, si ganan las elecciones, un doble referéndum el próximo año sobre la reforma del sistema electoral para hacerlo menos bipartidista y para democratizar la elección para la Cámara de los Lores.

La respuesta del político británico del momento no tardó en llegar. “Brown es un político desesperado. Simplemente no lo creo”, afirmó Clegg en una entrevista publicada por The Daily Telegraph. “Los laboristas no han cumplido en los trece años que llevan en el gobierno. Ahora, tampoco son de fiar”, sentenció.