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Por Luis Prados *

El Consejo de Seguridad de la ONU se prepara para una nueva batalla diplomática. Estados Unidos presentará un proyecto de resolución que propone levantar las sanciones comerciales impuestas a Irak en 1991 –salvo las relacionadas con el suministro de armas– y crear un “Fondo de asistencia” a cargo de las fuerzas ocupantes para que administren los ingresos petroleros. El borrador reserva a Naciones Unidas la gestión durante cuatro meses del programa Petróleo por Alimentos, pero sus fondos serán transferidos a dicho “Fondo de asistencia”. El embajador de Estados Unidos ante la ONU, John Negroponte, dijo ayer que la propuesta –que a partir de ser adoptada, regirá durante 12 meses– será objeto de consulta en las capitales la semana próxima. Desde la puesta en marcha del programa en diciembre de 1996, el régimen de Saddam Hussein exportó crudo por valor de más de 65 mil millones de dólares y firmó contratos multimillonarios para explotar sus yacimientos con compañías de Rusia, Francia y China.
¿Mantendrá Estados Unidos la validez de esos contratos? ¿Seguirán fluyendo esos miles de millones de dólares del petróleo iraquí a la cuenta de la ONU en el Banco Nacional de París en Nueva York? Washington pretende que la nueva resolución implique el levantamiento inmediato de las sanciones y el fin de la supervisión por la ONU de las ventas de petróleo –la última prórroga del programa Petróleo por Alimentos acaba el próximo 3 de junio– y su sustitución por alguna institución financiera internacional como el Banco Mundial o el FMI hasta que se constituya un nuevo gobierno en Bagdad. La ONU sólo se ocuparía de tareas humanitarias. Francia también se manifestó a favor del fin de las sanciones, pero quiere una eliminación gradual del programa Petróleo por Alimentos. Además liga ambas iniciativas a la vuelta de los inspectores de armas. El embajador de Estados Unidos ante la ONU, John Negroponte, rechazó esta propuesta y, de hecho, el Pentágono está enviando a sus propios expertos para encontrar las armas de destrucción masiva.
Rusia, por su parte, insiste en que el fin de las sanciones debe ir unido a la certificación de que no quedan armas prohibidas en Irak y que la ONU prosiga con el programa Petróleo por Alimentos hasta que exista un nuevo gobierno iraquí. EE.UU. ya dijo que no piensa esperar tanto.
La batalla está por empezar y esta vez las razones morales no ocultarán los intereses comerciales. Según el Departamento de Energía de EE.UU., la petrolera rusa Lukoil firmó un contrato valuado en 3700 millones de dólares para rehabilitar el campo de Westrna, al oeste de Bagdad, cuya producción potencial se calcula en casi un millón de barriles diarios. En este proyecto participan otras firmas como Zarubezhneft y Mashinoimport. Además, otras compañías rusas como Soyuzneftgaz, Stroytrasngas-Oil y Tafnet suscribieron contratos sobre yacimientos situados en el desierto occidental de Irak, y la empresa Slavneft firmó otro acuerdo con Bagdad en octubre del 2001 para explotar el campo de Suba-Luhais, al sur del país.
Francia, de acuerdo con los datos de la fuente citada, también tomó posiciones para el día que se levanten las sanciones. La compañía TotalFinaElf alcanzó un acuerdo para desarrollar dos yacimientos en Majnoon, a unos 50 kilómetros al norte de Basora, cerca de la frontera con Irán, que atesoran unas reservas de crudo estimadas entre 12 mil y 30 mil millones de barriles. También China mostró su interés en el campo de Halfaya, al sur de Irak.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.