EL MUNDO › LOS PRESOS DE EE.UU. IRAN AL CAMPO DE UM QASR
El nuevo Guantánamo iraquí
Por Guillermo Altares *
Desde Um Qasr
El campo de prisioneros de Um Qasr, cuyo servicio médico está a cargo de una unidad de soldados españoles, concentrará a los presos del ejército estadounidense de todo Irak, según explicaron ayer fuentes militares españolas. Actualmente hay unos 2000 internos, aunque 8000 presos llegaron a estar albergados en este campo, situado en el desierto del sur de Irak, cerca de la frontera con Kuwait.
El teniente coronel Manuel Guiote, responsable del escalón médico avanzado del Ejército de Tierra (un hospital de campaña), explicó ayer que los estadounidenses esperan recibir 4000 prisioneros en las próximas semanas: serán presos de guerra provenientes de otros lugares de Irak y también presos comunes, en su mayoría detenidos durante los saqueos que asolaron el país, tras la caída del régimen, en las primeras semanas de abril.
“Aquí se los trata con respeto y de acuerdo con la Convención de Ginebra. Las condiciones de vida son muy duras, para ellos y para todos los demás. Tienen comida, ropa y aseo”, explicó Guiote. El campo, en el que están destacados 2000 soldados estadounidenses, es un inmenso complejo situado en las afueras de Um Qasr, el único puerto navegable de Irak, donde se encuentra atracado el buque “Galicia”, que concentra al destacamento español. El miércoles, al principio de la primavera, las temperaturas alcanzaron los 40 grados a la sombra. Ayer, habían descendido a causa de una intensa tormenta de arena que azotaba la zona. El verano en el campo de Um Qasr será sin duda un infierno.
Los 50 soldados y médicos militares españoles instalaron en tiendas de campaña un quirófano, varias camas hospitalarias, un centro de urgencias y un laboratorio. Al principio, atendieron sobre todo heridas de guerra. Luego, además de enfermedades –trataron incluso casos de tuberculosis–, los problemas más frecuentes fueron picaduras de escorpiones. Sólo atendieron a cuatro presos que se provocaron lesiones. Ayer, en la enfermería un preso iraquí se retorcía de dolor en una camilla a causa de un cólico. Entre los enfermos, hubo varios extranjeros, entre ellos un ciudadano canadiense de origen árabe.
En las últimas semanas, han sido liberados casi 4000 internos. Ayer mismo, diez micros esperaban a los presos que iban a abandonar el campo. Hay un equipo de los servicios jurídicos del ejército estadounidense que se encarga de interrogar a los prisioneros: aquellos que no cometieron crímenes son excarcelados paulatinamente. No saben cuántos seguirán detenidos cuando acabe este proceso que sigue en marcha. Cuando un prisionero es liberado recibe cinco dólares (unos 10.000 dinares, una suma importante para Irak), ropa limpia, comida y agua y es acercado a una parada de colectivo para que pueda volver a su casa.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.