Domingo, 18 de mayo de 2014 | Hoy
EL MUNDO › FUNCIONARIOS BRASILEÑOS ASEGURAN QUE LOS RECLAMOS NO GENERARAN UN CAOS
Brasil enfrenta una serie de demandas que el gobierno espera que disminuyan conforme se acerca el Mundial. La última ocurrió en la noche del viernes en San Pablo, sede de la inauguración del Mundial, cerca del aeropuerto internacional.
El secretario general de la Presidencia de Brasil, Gilberto Carvalho, descartó que el país sea presa del desorden por las protestas durante el Mundial de Fútbol. “Se dice que va a ser un caos. No lo será”, aseguró ayer el funcionario durante una conferencia de prensa en Porto Alegre, cuyo estadio Beira Rio recibirá cinco partidos durante la cita deportiva. A 26 días del inicio del Mundial, Brasil enfrenta una serie de protestas que el gobierno espera que disminuyan conforme se acerca la fecha. El último de los enfrentamientos ocurrió en la noche del viernes en San Pablo, sede de la inauguración del Mundial, cerca del aeropuerto internacional de Guarulhos. Cincuenta personas reclamaban mejoras en las vías de acceso a su barrio y, según la policía paulista, un grupo saqueó una tienda de fuegos artificiales y empezó a lanzarlos contra las fuerzas de seguridad. Como consecuencia del ataque, varios vehículos fueron destrozados y la policía lanzó bombas lacrimógenas y balas de goma.
Según dijo recientemente el ministro de Deporte, Aldo Rebelo, estas protestas no se relacionan directamente con el Mundial, van a disminuir y el país irá adoptando un clima de fiesta conforme se acerque la fecha de inauguración. La presidenta Dilma Rousseff, que aspira a ser reelecta en los comicios de octubre, dijo que el certamen futbolístico será la Copa de las Copas. Y anticipó que no permitirá ningún acto de vandalismo que dañe el torneo. “Quien se quiera manifestar puede hacerlo, pero no puede perjudicar la Copa”, dijo, y aseguró que “una conjunción de fuerzas”, que incluyen a la Policía Federal, las fuerzas armadas y las policías militares, garantizará la seguridad.
Para algunos analistas, el de-senlace de esta Copa puede afectar las intenciones de reelección de Rousseff. “El tema no es sólo contra la Copa, sino por mejores salarios y otras reivindicaciones. Ahora el gobierno está discutiendo qué va a hacer. El mensaje fue enviado: tiene que resolver cuestiones pendientes”, aseguró André César, analista político de la Consultora Perspectiva.
El secretario general de la Presidencia brasileña tiene una mirada diferente sobre las manifestaciones. En su opinión, a medida que las obras comiencen a ser entregadas, la población reconocerá los beneficios del Mundial. Como ejemplo, Carvalho mencionó a Brasilia. Sostuvo que después de que fueron entregadas las obras viales de acceso al aeropuerto, el clima cambió en esa ciudad. “Quedó atrás esa historia del Brasil ‘pordiosero’ que no consigue hacer las cosas, en el que todo es una desgracia”, afirmó el funcionario.
Lejos del millón de personas que tomaron la calle en junio de 2013, durante la Copa Confederaciones, en demanda de mejoras en salud, educación y transporte, las protestas de los últimos días terminaron en violencia y destrozos. Un sector de la policía militar (a cargo de la seguridad ciudadana) del estado de Recife, otra sede mundialista, se declaró en huelga esta semana, pero suspendió la medida por saqueos en la ciudad.
Si bien hasta hace unas semanas la mayoría de las protestas se realizaba bajo la consigna “Nao vai ter Copa” (No habrá Copa), a estas manifestaciones se sumaron reivindicaciones laborales.
“Hasta 2010, los brasileños se beneficiaron de un sistema que estimulaba el consumo, se sentían bien. Pero ese modelo se fue agotando y el gobierno no supo enfrentar la situación”, consideró César.
Luego de un crecimiento del PIB de 7,5 por ciento en 2010, la economía creció al 2,7 por ciento en 2011; 1 por ciento en 2012 y 2,3 por ciento en 2013. Para el 2014 se prevé una expansión de un 2 por ciento.
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