EL MUNDO › RENUNCIO MICHAEL BROWN DE LA AGENCIA FEDERAL DE GESTION DE EMERGENCIAS
El chivo expiatorio por el huracán
Bush visitó Nueva Orleans y negó discriminación racial o falta de soldados por la guerra de Irak. “Ni la tormenta discriminó, ni tampoco discriminará el esfuerzo por la reconstrucción”, dijo. El gran apagón en Los Angeles –motivado por la cortadura de un cable– sucedió al día siguiente de que Al Qaida amenazara con un atentado allí.
Por José Manuel Calvo*
Desde Washington
El hombre que coordinó la ayuda a las zonas afectadas por el huracán Katrina, Michael Brown, decidió ayer renunciar a su cargo luego de que el viernes el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, lo había reasignado a Washington. El presidente George Bush ya designó a David Paulison como nuevo jefe de la Agencia Federal de Gestión de Emergencia de Estados Unidos (FEMA). Al mismo tiempo, Bush realizaba su tercera visita a la zona –y la primera en la que el presidente pudo comprobar personalmente los efectos del huracán dos semanas después de que descargara su fuerza sobre la costa del Golfo de México–. Durante su estadía, Bush esquivó las críticas sobre la irresponsabilidad del gobierno y negó la acusación de que hubo factores raciales que contribuyeron a la lentitud y el desconcierto en la respuesta: “Ni la tormenta discriminó ni tampoco discriminará el esfuerzo de reconstrucción; el rescate se hizo para todos y la recuperación se hará para todos”.
Brown, que aparece como el primer chivo expiatorio en el escenario posterior a Katrina, había sido apartado de las tareas de coordinación sobre el terreno para la asistencia a los damnificados por Katrina.
Chertoff anunció a continuación que el cargo de coordinador en la zona sería ocupado por el almirante Thad Allen, y explicó que Brown regresaría a Washington para seguir al frente de los asuntos generales de FEMA. Brown había sido uno de los responsables más criticados por la respuesta del gobierno federal al desastre dejado por el paso de Katrina por Alabama, Mississippi y Louisiana, a la que se ha acusado de excesiva lentitud. Sin embargo, sólo una semana atrás, Bush había felicitado en público al ex jefe de FEMA: “Brownie, estás haciendo un trabajo espectacular”.
Brown no quiso comentar sobre su decisión y se limitó a decir que lo hizo por el “interés de la agencia” y del presidente Bush. La reasignación de Brown llegó luego que la revista Time pusiera en duda su experiencia en gestión de emergencias. Quizá reparando este error, Washington eligió a Paulison, un hombre originario de Florida, con treinta años de experiencia en el Cuerpo de Bomberos y en FEMA.
El presidente no asumió que la crítica se refería a las previsiones de desalojo de una ciudad en la que la tercera parte de la población negra y pobre no tiene medio de locomoción propio, una imprevisión que no fue resuelta por el alcalde, la gobernadora, el FEMA ni por el gobierno. Por eso, después de decir que no hubo ni habrá discriminación, remató: “Cuando los helicópteros del Servicio de Guardacostas, los primeros en llegar, se dedicaron a rescatar a gente de los tejados, no se dedicaban a mirar el color de la piel sino a salvar vidas”.
Junto con el alcalde, Ray Nagin, implicado también en la revisión de responsabilidades de la inacción que llevó al caos durante varios días, Bush recorrió parte de la ciudad en un convoy de cuatro vehículos militares y se trasladó después en helicóptero para visitar algunas de las zonas afectadas y saludar a los líderes locales. En su breve encuentro con los periodistas, Bush eludió la polémica sobre las acusaciones: “Habrá tiempo para eso; usted quiere decir que fue culpa de alguien en concreto; yo también quiero saber; yo quiero saber exactamente qué pasó y cómo pasó”. Pero, por el momento, “lo que más me interesa es resolver los problemas; ya habrá tiempo para dar un paso atrás y mirar desapasionadamente para averiguar lo que se hizo bien y lo que se hizo mal”.
El presidente reconoció que “todos queremos aprender las lecciones” de lo ocurrido “para garantizar que este país está lo mejor preparado que sea posible para abordar problemas y desastres de esta magnitud”, y explicó su comentario de hace diez días –“nadie pensó que los diques iban a romperse”–, admitiendo que hubo un momento en el que se bajó la guardia,el lunes 29 de agosto: después de que Katrina aterrizara, muchas autoridades pensaron que lo peor había pasado. Bush, cuyo índice de aprobación oscila entre el 38 y el 42 por ciento, según los sondeos, consideró además que es “pura y simplemente descabellado asegurar que el despliegue en Irak implicó que hubiera menos tropas” para atender las necesidades del huracán. “Tenemos soldados suficientes como para las dos tareas”, dijo, a pesar de los informes que sugieren que la lentitud en el envío de efectivos de la Guardia Nacional se debió en parte a la guerra.
Bush empezó la jornada en el centro de control de las operaciones militares, instalado en el buque “Iwo Jima” –en el que pasó la noche–, donde atendió las explicaciones del vicealmirante Thad Allen, responsable interino del FEMA. Junto a Bush, además del alcalde, estaba la gobernadora de Louisiana, Kathleen Blanco, otras de las protagonistas de los desencuentros y errores antes y después del huracán. A primera hora de la tarde, el presidente se dirigió en helicóptero a Gulfport, Mississippi, una de las zonas costeras más afectadas.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.