Lunes, 29 de mayo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL CANDIDATO PRESIDENTE ANTIGUERRILLA LOGRO SU PREVISIBLE REELECCION
El presidente colombiano fue el ganador de los comicios de ayer, con el mayor porcentaje de la historia del país (62 por ciento), dejando muy atrás a sus rivales. La sorpresa fue el segundo lugar, alcanzado por el catedrático Carlos Gaviria, candidato de la izquierda.
La seguridad fue la carta ganadora de Alvaro Uribe. Con un contundente 62 por ciento de los votos, el presidente colombiano demostró lo que ya se venía vislumbrando en las encuestas: no hay ninguna figura política que pueda disputarle la dirección del país, principalmente porque el electorado sigue apostando a la mano dura con la insurgencia. La elección también blanqueó la precaria situación del Partido Liberal, tradicionalmente una de las fuerzas dominantes en el sistema bipartidista, que sólo alcanzó un 11,92 por ciento. El segundo lugar, en cambio, fue para el Polo Democrático Alternativo liderado por Carlos Gaviria, que aunque no logró forzar una segunda vuelta como esperaba, alcanzó separarse del liberal Horacio Serpa lo suficiente como para consolidarse como la primera fuerza opositora con el 22 por ciento.
Como ya es costumbre en Colombia, la violencia no estuvo ausente. A pesar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habían anunciado que no boicotearían las elecciones, ayer se registraron varios ataques y enfrentamientos con la policía y el ejército, que dejaron tres militares y cinco guerrilleros muertos, y cinco policías heridos. Pero fue el secuestro de 16 jueces electorales en el oeste del país, cerca de la frontera con Panamá, el golpe de las FARC que más golpeó a estas elecciones. Anoche todavía no se sabía nada de ellos. En cualquier país estos incidentes hubieran opacado la jornada electoral; sin embargo, en Colombia, luego de cuatro décadas de conflicto interno, tanto el gobierno como los medios consideraron que fue una votación “tranquila”. Incluso en los barrios marginales de Bogotá, en donde el control paramilitar sigue siendo muy fuerte, se registró una importante afluencia de votantes.
Pero ni la “tranquilidad” ni los increíbles incentivos del gobierno para votar lograron superar la alta abstención de las últimas décadas. Superando apenas la abstención de la elección pasada, sólo el 43 por ciento de los colombianos decidió ir a votar en una elección que, a pesar de la insistencia de los medios, carecía de emoción. Con un final cantado, Uribe obtuvo el mayor porcentaje de la historia del país y dejó muy atrás a sus rivales. El presidente, que esperó el resultado oficial junto a sus ministros, la cúpula militar y policial –y, según rumores, con un congresista estadounidense–, se disponía anoche a reunirse junto a sus seguidores en un lujoso hotel de Bogotá para festejar su victoria.
Al poco tiempo de conocerse el resultado oficial, Gaviria aceptó públicamente su derrota: “Hay muchas quejas, muchas preocupaciones de algunos sectores, pero lo que hay que anteponer en este momento es el triunfo del presidente Uribe y la notificación que le hacemos al país de que vamos a mantenernos como una fuerza opositora”. El ex presidente de la Corte Constitucional y ex profesor de Uribe en la universidad mantuvo hasta ayer la esperanza de “dar una sorpresa” y forzar una segunda vuelta, en la que sumaría el caudal de votos del resto del arco opositor. A diferencia de su ex alumno, que se caracteriza por su solemnidad, Gaviria se destacó durante toda la campaña, e incluso ayer cuando fue a votar, por estar rodeado de seguidores sonrientes y bulliciosos.
El candidato liberal, en cambio, siguió el tono sombrío del presidente y optó por ir a votar sólo con su familia. Serpa, que en los últimos tiempos venía en picada en las encuestas, intentó recorrer la capital colombiana hasta último momento con la esperanza de mejorar su desempeño y salvar la imagen del partido. Luego de reconocer su derrota, la principal figura del Partido Liberal le pidió al presidente “rectificar el rumbo” de sus políticas sociales, un elemento que fue muy cuestionado por todos los candidatos durante la campaña. Serpa aseguró que esta deficiencia quedó demostrada en los resultados: “Uribe venció, pero no convenció”. El otro presidenciable, el ex alcalde de Bogotá y líder de la Alianza Social Indígena, Antanas Mockus, sólo obtuvo un 1 por ciento de los votos, quedando en cuarto lugar.
Es cierto que ayer no hubo ni la adrenalina ni la emoción propia de cualquier elección presidencial; sin embargo, esto no quita que lavotación haya sido histórica. En primer lugar, después de más de cien años, Colombia vuelve a reelegir a un presidente. En segundo lugar, es la primera vez que un mandatario obtiene un apoyo tan masivo en las urnas. Más aún: la distancia con el resto de los candidatos es lo suficientemente amplia como para evitar un frente opositor que bloquee las iniciativas del próximo gobierno, que además goza de una sólida mayoría en el Congreso. Por último, la votación de ayer podría marcar el principio de un quiebre definitivo en el sistema partidario tradicional del país. El ascenso de una fuerza relativamente nueva, el Polo Democrático Alternativo, como segunda fuerza política, podría poner en jaque la alternancia entre el Partido Conservador y el Liberal, comenzando a abrir el juego político.
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