Domingo, 4 de junio de 2006 | Hoy
Los electores de Miraflores, el barrio acomodado de Lima, se sienten traicionados. Entre los cerca de 9000 observadores que se encargarán en Perú de monitorear las elecciones, incluyendo miembros de la OEA (Organización de Estados Americanos), de la Unión Europea y de otros países de América del Sur se encuentra un hombre que no les simpatiza a los miraflorinos. Se trata de Nicolás Maduro, el mismísimo presidente de el Asamblea Nacional venezolana y jefe del bloque chavista en el recinto parlamentario de Caracas. Su presencia hubiese pasado desapercibida si el presidente Hugo Chávez no hubiese intervenido tan asiduamente en la campana electoral a favor de Ollanta Humala. Además, la gente recuerda cuando Ollanta Humala se presentó a votar en la primera vuelta en un local de clase media alta, el candidato fue agredido por la gente del lugar. El líder nacionalista permaneció dos horas en el local, protegido por los “observadores” venezolanos, que hicieron así de guardaespaldas.
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