Domingo, 4 de junio de 2006 | Hoy
El presidente boliviano Evo Morales continuó su pelea con grupos empresarios opuestos a la reforma agraria y firmó decretos para repartir tierras entre los campesinos.
Los dardos entre el presidente Evo Morales y sectores del empresariado boliviano encontraron ayer un nuevo escenario: la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. El corazón de este rico departamento, embarcado en una fuerte ofensiva autonomista, fue copado por campesinos pobres que llegaron desde las poblaciones más alejadas al acto de lanzamiento de la “revolución agraria” encabezada por el presidente Evo Morales. “Justicia, tierra y libertad” rezaban algunos carteles, portados por habitantes de la “otra” Santa Cruz cuyos rostros y siluetas contrastaban con los “altos, blancos, que hablan inglés”, según una famosa definición de cruceñidad pronunciada no hace mucho por una miss Bolivia proveniente de esa región.
Este fue el escenario elegido por el presidente boliviano para responder con palabras y con hechos al desafío lanzado anteayer por un grupo de organizaciones empresariales que había criticado la política económica de Morales, incluyendo su proyectada reforma agraria.
“¿Cuándo estas organizaciones patronales levantaron la voz frente a embajadores imperiales que actuaban como virreyes?, ¿cuándo se opusieron al ingreso de militares extranjeros para masacrar y humillar a indígenas y campesinos en nombre de la coca cero?”, se preguntó ante los campesinos que llegaron para alentarlo.
El viernes, siete de las nueve federaciones de empresarios privados de Bolivia habían publicado una solicitada con fuerte contenido político. Denunciaban que el nuevo gobierno carece de plan económico, rechazaban la nacionalización de los hidrocarburos y denunciaban la “aventura ideológica” que estaría provocando una fuerte “dependencia de Cuba y Venezuela”.
Ayer, Morales le respondió con dureza al manifiesto empresarial. “Es una solicitada de un grupo de militantes de Podemos (la oposición de derecha) contra la nacionalización de los hidrocarburos”, disparó, al tiempo que distinguió entre “empresarios patriotas y productivos” y “vendepatrias y parásitos del Estado”. Destacó el apoyo del 81 por ciento difundido recientemente por las encuestas y se entusiasmó: “Esas encuestas sólo miden las ciudades, en el campo siento un apoyo del 100 por ciento”.
Morales también se ocupó del otro frente de pelea que se le abrió anteayer, con los latifundistas de la Confederación Agraria Nacional, cuando sus representantes se retiraron de una mesa de diálogo con el gobierno, disconformes con la política oficial de reparto de tierras fiscales y ociosas. “Dicen que los campesinos avasallan tierras, pero los terratenientes, sus padres y abuelos nos avasallaron durante más de 500 años e incluso hoy avasallan tierras fiscales”, disparó desde la tribuna ante aplausos del público.
“Hasta acá estamos hablando de tierras fiscales, pero el siguiente paso serán los latifundios que no cumplen con la función económica y social. No tengo ningún miedo”, bramó el presidente boliviano.
El tema tierra es uno de los más espinosos que tiene en sus manos el gobierno boliviano, ya que se articula con las pretensiones autonomistas de las élites cruceñas. No casualmente, una de las principales demandas de estas élites es que el gobierno localpueda otorgartítulos de propiedad agraria no revisables por el Estado nacional.
Ayer, Morales acompañó sus palabras con hechos: firmó decretos que prevén la distribución de tierras fiscales (alrededor de 2,5 millones de hectáreas) entre comunidades y sindicatos campesinos y la derogación de las concesiones forestales que el gobierno de Carlos Mesa había transformado en propiedad de los concesionarios.
Según les explicó Morales a sus seguidores, la reforma agraria de 1953 sólo distribuyó tierras, mientras que la actual “revolución agraria” implica “tierras, mercados y tecnificación del agro”. Para redondear su reto a los empresarios, Morales arremetió contra el propietario de Unitel, principal cadena de televisión y opositora al gobierno: “Le digo a la familia Monasterios que devuelva su tierra, adquirida en el marco de caso Bolibras de tráfico de tierras, o se las quitaremos”.
Para cerrar su panorama empresario, Morales se refirió a uno de los éxitos gubernamentales de esta semana: la licitación de la reserva de hierro de El Mutún, cuya postergaciónhabía generado fuertes tiranteces con Santa Cruz y ahora quedó en manos de la empresa india Jindall Steel & Power. “Con la licitación como estaba cuando asumimos y querían las oligarquías sólo íbamos a exportar materias primas sin beneficios para el Estado, mientras que ahora se industrializarán los recursos”, destacó.
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