Lunes, 10 de julio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › DISPUESTA A UNA GUERRA TOTAL CONTRA EE.UU.
Mientras en el Concejo de Seguridad de la ONU evalúan sanciones contra Pyongyang por los misiles, China actúa de mediadora in situ.
La tensión sigue creciendo en el sudeste asiático. A poco menos de una semana de que Corea del Norte lanzara siete misiles, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya se habla de aprobar sanciones y el gobierno de Pyongyang vislumbra la posibilidad de una guerra “total y sin concesiones” contra Estados Unidos. La maquinaria diplomática está funcionando a toda velocidad para intentar detener la escalada en las declaraciones de los países involucrados. El canciller japonés, Taro Aso, resaltó ayer que su país tiene derecho a atacar primero si la amenaza nuclear norcoreana se vuelve inminente. Mientras, Washington apuesta a que China, la potencia que mejores relaciones mantiene con Pyongyang, utilice su influencia para alcanzar una solución pacífica.
Corea del Sur intentó bajar la tensión política de la región y le pidió a Tokio que se modere. “No existe motivo para alarmarse del modo en que lo hace Japón, pero sí existen motivos para hacer lo contrario”, criticó el portavoz del presidente Roo Moo Hyun en un comunicado. Sin embargo, el gobierno nipón continúa manteniendo una política muy dura. No sólo amenazó con un eventual ataque preventivo contra Corea del Norte, sino que además ya ha adelantado que rechazará cualquier resolución del Consejo de Seguridad que intente atenuar las sanciones consignadas en el borrador que redactó, junto al equipo estadounidense, la semana pasada.
Hoy se debe establecer la fecha para aprobar la resolución final de condena contra Pyongyang. Ayer, fuentes de la ONU preveían que la votación podía ser hoy mismo, aunque parecía improbable ya que todavía no ha conseguido el apoyo de Rusia y China –con poder de veto–, que se niegan a apoyar una resolución vinculante que imponga sanciones. Moscú ha mantenido hasta ahora una postura ambivalente. Por un lado, no apoya medidas fuertes contra el régimen norcoreano. Pero, por otro lado, la prioridad actual del presidente Vladimir Putin es lucirse en la cumbre del G-7 de la semana que viene, por lo que no quiere crear tensiones con las potencias occidentales.
Beijing, mientras tanto, es la diva del conflicto. Es el país que mejores relaciones, políticas y económicas, mantiene con el gobierno norcoreano. Por eso, Estados Unidos ha depositado sus esperanzas en la delegación china que envió anoche Beijing a Pyongyang, como dejó entrever ayer el subsecretario de Estado norteamericano para Asuntos Políticos, Nicholas Burns, al canal de noticias Fox News. El número tres de la diplomacia estadounidense aseguró que el voto chino dependerá de esta visita. Sin embargo, el embajador chino ante la ONU, Wang Guangya, había asegurado implícitamente el sábado que su país vetaría el borrador de Japón y Estados Unidos. “Si la resolución es sometida a voto, no habrá unanimidad”, había afirmado.
En tanto, Corea del Norte ya advirtió sobre las repercusiones que tendría la aprobación de sanciones. El jefe de la misión norcoreana en la ONU, Han Song Ryol, aseguró ayer que su país lo consideraría como un acto de guerra. Mientras toda la atención está puesta sobre las negociaciones en el Consejo de Seguridad, Pyongyang abrió ayer la posibilidad de reanudar las negociaciones a seis bandas –Estados Unidos, las dos Coreas, japón, China y Rusia–. Fuentes del gobierno norcoreano, que no quisieron ser identificadas, hicieron saber que Kim Jong-Il podría estar dispuesto a volver a sentarse a la mesa de negociación si Estados Unidos levantaba el embargo que existe sobre las cuentas bancarias norcoreanas en ese país.
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