Domingo, 10 de diciembre de 2006 | Hoy
En una entrevista exclusiva, el general retirado encargado de organizar a los civiles armados en Venezuela habla de su relación con Chávez, los desafíos estratégicos y las hipótesis de conflicto que su país enfrenta.
Por Darío Pignotti
Desde Caracas
“Oye, chico, esto es una revolución.” El general Melvin López Hidalgo, uno de los militares más próximos al presidente Hugo Chávez, resumió así la necesidad de contar con milicias populares “leales al proceso bolivariano” que, tras la victoria oficialista en las elecciones del domingo pasado, se encamina “hacia una etapa de profundización para construir una sociedad más igualitaria y socialista”. El general de división en retiro López Hidalgo, al que Chávez confió la coordinación de los civiles armados, entiende que éste es “el paso culminante del proceso revolucionario, el pueblo aquí es el que manda, pues. Aquí existían unas fuerzas armadas pretorianas al servicio del gobierno de turno sin importarles lo que pudiera pasar, y de hecho así sucedió el 27 de febrero del ’89 con el Caracazo”, la revuelta contra medidas económicas neoliberales reprimida por los militares con un saldo estimado en centenas de muertos.
“Las reservas armadas responden directamente al Presidente, no dependen del ministro de Defensa, ni de ninguna autoridad militar intermedia”, detalla López Hidalgo en esta entrevista de más de dos horas en el Fuerte Tiuna, sede de la comandancia general del ejército.
Luego de la purga del 2002, que dejó fuera de la fuerza al generalato directamente implicado en el fallido golpe militar, la Fuerza Armada Nacional parece mayoritariamente leal a Chávez, pero nadie sabe cuántos de sus miembros están dispuestos a dar la vida por un proceso que en su dinámica tiende a crispar la guerra política entre revolucionarios y contrarrevolucionarios. Es decir: los estrategas chavistas comprendieron la necesidad de contar con una guardia de la revolución, mientras apuestan a una mutación gradual de la corporación militar.
Allí está la función de “más de un millón quinientos mil voluntarios civiles, ya registrados y que estamos organizando para que progresivamente todos reciban instrucción militar, y a una parte se les entreguen algunos de los cien mil fusiles Kalashnikov comprados a Rusia”. Además de los fusiles AK-103, Chávez acordó este año con el presidente ruso Vladimir Putin la compra de 24 cazas Sukhoi 30 y helicópteros Mi-17, Mi-26, Mi-35, por unos 3000 millones de dólares.
En su vuelo hacia Brasil, el martes pasado, inicio de la gira sudamericana , el airbus presidencial fue escoltado por los primeros aviones de guerra rusos llegados al país, que hoy serán presentados formalmente durante los actos del día de la fuerza aérea. Para López Hidalgo los acuerdos con Rusia significan dejar atrás la dependencia militar de los Estados Unidos y forman parte de un “nuevo pensamiento militar” que incluye reformas en los planes de estudio.
Después de la entrevista, el general convida a recorrer la Academia Militar. En un hall, de líneas solemnes y grandilocuentes, se exhiben las placas de todos los graduados desde 1810. “Aquí está Hugo (Chávez)”, dice el anfitrión, y señala la promoción de 1975, en la que Chávez egresó en octavo lugar. La nueva doctrina militar, que según algunos críticos del gobierno no se materializó en la reforma de los planes de estudio, incluye “la amenaza de una guerra asimétrica”, que implicaría un intento de agresión armada de los Estados Unidos contra Venezuela.
López Hidalgo no ve en el corto plazo una agresión directa de Washington pero sí maniobras de desgaste estratégico, como “el apoyo a los movimientos sediciosos, inclusive en esta campaña electoral, y el respaldo a proyectos secesionistas en el estado Zulia”, el más rico en petróleo y limítrofe con Colombia. Los 2500 kilómetros de frontera entre Venezuela y Colombia constituyen el talón de Aquiles de la defensa nacional y el costado más vulnerable del proceso revolucionario, en términos estratégicos, dijo López Hidalgo. “Todos sabemos aquí que el embajador norteamericano William Brownfield ha demostrado su simpatía por aventuras secesionistas de Zulia y que por esa parte de la frontera estarían pasando paramilitares desde hace mucho tiempo.”
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