Sábado, 5 de mayo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › CLARA VENTAJA DE LA DERECHA A VEINTICUATRO HORAS DE LAS ELECCIONES
En las últimas horas, el ministro del Interior amplió su ventaja, que ahora es de siete a diez puntos. El desempeño en el debate entre los dos fue más decisivo de lo que pensaron los analistas. Frenética actividad de Royal para revertir el resultado. Clima espeso en el PS.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Al filo de las urnas, la Francia electoral parece haber dado un vuelco decisivo a favor del candidato conservador. Cuarenta y ocho horas después del disputado debate televisivo entre los dos finalistas de la elección presidencial, el representante de la derecha, Nicolas Sarkozy, y la socialista Ségolène Royal, casi todas las consultoras de opinión anuncian porcentajes masivos a favor del representante de la conservadora UMP. Las encuestas difundidas minutos antes de que se cerrara la campaña electoral adelantan diferencias nunca constatadas antes. Según cuatro consultoras, Sarkozy derrotaría a Royal por un margen que oscila entre los siete y los diez puntos (53 por ciento/46 por ciento o 55 por ciento/45 por ciento). El resorte de este salto conservador hacia la victoria fue el desempeño de Ségolène Royal en el debate. Aunque se le reconoce la combatitividad que mostró en las dos horas cuarenta de discusión, la opinión pública consideró que Nicolas Sarkozy fue más claro y convincente.
Los famosos y seducidos electores centristas (siete millones), de quienes dependía en buena parte el enigma de las urnas, forman también parte de esa mayoría sondeada que se inclinaría por la “Francia de propietarios” propuesta por Nicolas Sarkozy contra la “Francia clara y solidaria” de Royal. La ola de encuestas contrarias suscitó burlas y críticas de los allegados a la candidata socialista, pero los signos emitidos por Ségolène Royal revelan que las toma muy en cuenta. La representante del distanciado partido de la Rosa se lanzó en una desenfrenada carrera final para cambiar la cara del destino que esbozan los sondeos. Royal multiplicó las declaraciones en un tono abiertamente hostil contra su rival. Invitó a los electores a votar masivamente por una “Francia clara” y “luminosa” contra la “sombra” promovida por el candidato de la UMP. Los últimos cartuchos muestran la inquietud repentina de Royal, que llegó incluso a juzgar que Sarkozy representaba “un riesgo” para la paz civil en el país y a decir: “Es un candidato que adula lo más tenebroso de la naturaleza humana y no deja de avivar todos los miedos”. Más confiado que nunca, Nicolas Sarkozy dijo que esas declaraciones no eran ajenas a las encuestas: “Deben ser los sondeos. Tal vez siente que todo se derrumba a su alrededor y por eso está tensa”.
En las medidas efectuadas por las consultoras, nada logró que Ségolène Royal recobrara los índices de popularidad y de preferencias del electorado que tenía hasta mediados de enero de este año. En cuanto el pasado 14 de abril Nicolas Sarkozy entró en campaña oficial y los dirigentes socialistas y muchos medios de comunicación empezaron a boicotear a Ségolène Royal, la socialista nunca pudo revertir las curvas negativas de la opinión. Los largos y precisos coqueteos con el centro, el apoyo casi explícito dado por el candidato centrista François Bayrou, que reveló que no votaría por Sarkozy, no alcanzaron para igualar a Sarkozy. Ayer, el tono de los últimos suspiros de la campaña se asemejó mucho a lo que ocurrió en el debate: un Nicolas Sarkozy tranquilo, casi asombrosamente moderado y, frente a él, una mujer en plena batalla. La imagen pública se invirtió de pronto bajo la presión de las cifras negativas: “Hoy mi responsabilidad consiste en alertar sobre el riesgo que implica esta candidatura (la de Sarkozy) y sobre las violencias y las brutalidades que se desencadenarán en el país”, recalcó Royal. Discurso de fin de mundo y recién estrenado que se apoya en el miedo palpable que suscita Sarkozy en segmentos distintos de la sociedad, que van desde el centro hasta la extrema izquierda. Hasta ayer, la socialista francesa evitó ir en esa dirección, se mantuvo en sus rangos y puso el timón rumbo al centro mediante una ofensiva polifónica hacia esos electores que habían desertado en buena parte del PS para votar por Bayrou. El cambio radical denota que, en la interna, los sondeos lograron modificar la estrategia final. Ello expuso todavía más a Ségolène Royal a la burla de los conservadores, sobre todo de Sarkozy, quien declaró: “Ségolène Royal termina en la violencia, con una forma de cierta febrilidad”.
La drástica pérdida de puntos en los sondeos constatada desde el viernes sorprendió al equipo de campaña. Todos los segmentos del electorado se inclinaron hacia Sarkozy. El representante de la UMP ganó ocho puntos entre los electores de la extrema derecha y un porcentaje similar en el seno de la llamada no socialista que, en la primera vuelta, no había votado por él. Los estudios cuantitativos y cualitativos no dejan mucho espacio a la duda. Cincuenta y uno por ciento de los siete millones de personas que votaron por François Bayrou en la primera vuelta desean la victoria de Sarkozy. Estas cifras, si se confirman en las urnas, equivalen a una doble sanción para la socialista francesa: la más cercana corresponde a su desempeño en el debate, que resultó más decisivo de lo que se especulaba; la más profunda atañe la estrategia empleada en la segunda vuelta, es decir, la concentración exclusiva en la seducción del centro. Esa estrategia de centrifugadora indujo a Ségolène Royal a no descartar el nombramiento de François Bayrou al cargo de primer ministro en caso de que resultara electa. Las personalidades centristas de las que se dotó Royal entre las dos vueltas no arrojaron los resultados esperados. Comparado con ella, Sarkozy se dirigió hacia el centro, pero en forma más moderada y siempre conservó su línea dura, sus declaraciones intimidatorias que tantas adhesiones le aportaron. El hombre que nunca escondió que su sueño era ser presidente de la república y que puso todas sus fuerzas en ese empeño está cerca de realizarlo. En el entorno de Royal, anoche, los rostros reflejaban las sombras de la derrota. Ella sigue incitando a “osar”, pero el PS ya piensa en otros futuros. Su compañero y primer secretario del PS, François Hollande, ya parece haber internalizado la derrota: entrevistado por el diario económico Les Echos, Hollande dijo: “Después de las elecciones legislativas (10 de junio) habrá que inventar otra cosa con todos los progresistas. Algunos hablan de una gran convención, otros de refundación”.
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