Todo debía hacerse en grande. Y así se hizo. La reaparición en los rings de Oscar de la Hoya tenía que conmover al mundo del boxeo y al de los negocios. Y así será. La pelea de los 100 millones de dólares está por comenzar. Frente a frente estarán el legendario Golden Boy ante el invicto Floyd Mayweather, el mejor boxeador, kilo por kilo, de la actualidad, por el título superwelter del Consejo Mundial que ostenta De la Hoya. Sucederá esta medianoche en el MGM Grand Hotel de Las Vegas y muy pocos privilegiados podrán verlo en la Argentina: sólo aquellos que tengan el sistema HBO en su menú de canales Premium.

Será el combate más lucrativo de todos los tiempos. De la Hoya cobrará una bolsa de 20 millones de dólares, Mayweather, apenas la mitad. Pero los ingresos de ambos habrán de multiplicarse a la hora de percibir los porcentajes por la venta de 1.500.000 pantallas de pay per view que, se estima, habrá de recaudar 50 millones más. La venta de las 16.000 entradas del estadio y de derechos televisivos para todo el mundo (el combate se verá en 176 países) arrimará otros 20 millones. Y la cuenta no para aquí: De la Hoya y Mayweather, además, son socios en lo que se recaude por publicidad en la televisión de los Estados Unidos, con lo cual, a la hora de hacer los números finales, los dos boxeadores duplicarán largamente lo que percibirán sólo por subir al cuadrilátero.

El show es coproducido por el propio De la Hoya a través de su empresa Golden Boy Promotions y HBO. Y su cerebro financiero es Richard Schaefer, el número dos del Golden Boy y un ex ejecutivo de la banca suiza que acompaña a De la Hoya desde 2000, cuando decidió independizarse de Bob Arum y su promotora Top Rank. En el emprendimiento, además de la imagen sonriente y ganadora del Golden Boy, están asociados los tres vicepresidentes de la firma: los ex campeones mundiales Bernard Hopkins, Shane Mosley (dos de sus cuatro vencedores) y Marco Antonio Barrera.

Pero todo el inmenso negocio será una anécdota cuando se apaguen las luces, suene la campana y el Golden Boy y el Pretty Boy empiecen a mover sus brazos y piernas. En ese momento, habrá sobre el ring once títulos mundiales (los siete que consiguió De la Hoya en seis categorías diferentes y los cuatro que ganó Mayweather en cuatro divisiones distintas). De la Hoya, que llega con un record de 38 victorias (30 antes del límite) y 4 derrotas, tiene una ventaja y una desventaja: peleará con un peso (69,916 kg) que le es propio y que su físico tolera, pero en los últimos siete años hizo apenas ocho peleas y ha sido más un ejecutivo exitoso que un boxeador. Mayweather, con un registro de 37 triunfos consecutivos (30 por fuera de combate), también tiene una a favor y otra en contra: ha estado más activo en todo este tiempo, pero llevará el mayor kilaje de toda su campaña y habrá que ver cómo eso impacta en su fabulosa velocidad de piernas y brazos y la prodigiosa flexibilidad de su cintura, que mostró la noche en que apabulló a Carlos Baldomir y obtuvo su última corona mundial, la de los welters del Consejo.

El mejor De la Hoya pertenece al pasado. Pero los grandes como él no se extinguen rápido. Eso sí: deberá recurrir a todo el boxeo que le quede y a su alma de campeón para llegar al triunfo. “No será Mayweather quien me retire. Demostraré que todavía puedo seguir en el primer plano mundial”, dijo el Golden Boy en la conferencia de prensa que presentó el acontecimiento. A la hora de los vaticinios, De la Hoya es el favorito del corazón. Pero por encima de las emociones, aparece Mayweather como candidato a terminar con los brazos en alto, la noche más millonaria de la historia del boxeo que, además, tendrá a un argentino como protagonista: en una de las peleas preliminares, en duelo de invictos, el salteño Sergio “Rocky” Medina enfrentará al filipino Rey Bautista, en una eliminatoria por el título supergallo de la OMB del mexicano Daniel Ponce de León.