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Duro revés del laborismo en las elecciones locales

El partido de Tony Blair recibió un duro castigo en las elecciones municipales inglesas y en la Asamblea Autónoma de Escocia y Gales. El resultado afecta al partido, pero también al seguro sucesor de Blair, el ministro de Economía escocés Gordon Brown.

 Por Marcelo Justo
Desde Londres

A días de que el primer ministro Tony Blair anuncie finalmente su partida y poco después de cumplir diez años consecutivos en el poder, el veredicto de las urnas fue contundente. En la Asamblea Autónoma de Escocia y Gales y en las elecciones municipales inglesas, el Nuevo Laborismo recibió un voto castigo del electorado que es también un mensaje para el seguro sucesor de Blair: el ministro de Economía Gordon Brown. En Inglaterra los conservadores obtuvieron un 41 por ciento de los votos, los laboristas un 27 por ciento y los liberal-demócratas un 26 por ciento. En Escocia perdieron por un estrecho margen frente al Scotish National Party (SNP). En Gales conservaron una mayoría reducida. El primer ministro Blair reaccionó con filosofía ante la derrota. “Si tomamos en cuenta que ésta es una elección municipal y regional que tiene lugar luego de 10 años de gobierno, lo cierto es que no nos fue tan mal. Las predicciones eran que nos iban a arrasar y eso no ha sucedido”, dijo Blair.

El primer ministro tiene motivos para este moderado optimismo. El electorado británico utiliza tradicionalmente las elecciones municipales y regionales para emitir un voto castigo contra el gobierno de turno, sea laborista o conservador. Sucedió en la época de Margaret Thatcher, volvió a ocurrir ahora con Tony Blair. Este comportamiento en este tipo de comicios a mitad del período de gobierno, no se refleja en las elecciones generales. En 2004 los conservadores obtuvieron un 40 por ciento de los votos en las municipales. En las parlamentarias nacionales del año siguiente, Blair obtuvo una tercera victoria consecutiva y una mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.

De todas maneras, hay claros motivos por los que el Nuevo Laborismo debería preocuparse. Los resultados confirman la clara ventaja que los conservadores tienen en las encuestas desde que David Cameron asumió como líder partidario después de la debacle electoral de 2005. En las elecciones de este jueves, los conservadores superaron la marca del 40 por ciento, indispensable para poder proyectar estos resultados municipales a nivel nacional. El líder conservador estaba eufórico. “Es un resultado extraordinario. Somos el partido que hoy representa a los británicos. Estoy seguro de que éste es un excelente punto de partida para cumplir con nuestros objetivos”, dijo Cameron. En la elección para la Asamblea de Gales, tradicional territorio laborista, el gobierno también perdió terreno, aunque mantuvo la mayoría. Los conservadores mostraron sus límites: ganaron algunos escaños, pero no progresaron lo suficiente para demostrar que son la fuerza nacional mayoritaria.

La elección más compleja y con más en juego tomó lugar en Escocia. El Scotish National Party (SNP), que impulsa la independencia de Escocia, obtuvo un escaño más que el laborismo y se convirtió en la fuerza electoral mayoritaria. El SNP necesitará el concurso de la tercera fuerza, los liberal-demócratas, para formar gobierno, y no hay ninguna garantía de que pueda conseguir su respaldo. Los liberal-demócratas están en contra de la independencia de Escocia y perciben al SNP como un corrosivo movimiento nacionalista. Por el momento no hay peligro de desintegración de Gran Bretaña, la unión en el siglo XVIII de Inglaterra, Gales y Escocia, porque una mayoría de los escoceses se opone a la independencia, pero el resultado será un dolor de cabeza para el ministro de Economía, Gordon Brown, escocés de origen y uno de los artífices de la autonomía de Escocia. El líder del SNP, Alex Salmond, dijo que, en caso de ser nombrado primer ministro de Escocia, su primer acto sería realizar una investigación judicial para averiguar qué pasó con los 100 mil votos anulados por irregularidades.

Los analistas coinciden en que estos resultados son una clara señal de cansancio del electorado luego de diez años de blairismo. El martes próximo, Blair espera mostrar la otra cara de su década en el poder con la inauguración de la Asamblea Autónoma de Irlanda del Norte, en la que el reverendo protestante Ian Paisley y el ex comandante del Ejército Republicano Irlandés (IRA), el católico Martin McGuinnes, formarán un gobierno de coalición, algo impensable hace sólo un año y prácticamente sacrílego durante las décadas de violencia en la provincia.

Para los dirigentes del laborismo, el peor escenario se hizo realidad: en vez de renunciar antes de las elecciones para permitir que una ráfaga de aire fresco oxigene el partido, Blair decidió permanecer al frente del gobierno el tiempo necesario para recibir un castigo en las urnas.

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La tapa de Private Eye que satiriza la figura de Blair.
 
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