Viernes, 1 de febrero de 2008 | Hoy
Los cientos de miles de campesinos que tomaron ayer el Zócalo reclaman que se renegocie el capítulo agrícola del TLC, que hace desaparecer las barreras arancelarias a la entrada de maíz, frijol, leche y azúcar desde EE.UU. y Canadá.
Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, DF
Cientos de vehículos de labranza y decenas de miles de campesinos tomaron ayer el emblemático Paseo de la Reforma para dirigirse al Zócalo y exigir, frente al Palacio Nacional, la renegociación del capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC, vigente desde el 1º de enero de 1994), y la remoción del secretario de Agricultura, el panista Alberto Cárdenas Jiménez. Marcha simbólica que pasa frente al Angel de la Independencia, símbolo decimonónico erigido para conmemorar el primer centenario de la independencia de México, empequeñecido un siglo después por la majestuosa torre de American Express y un mercado que no tiene clemencia con los hombres de maíz, a quienes sólo les queda la marcha de los tractores.
Esta gigantesca manifestación sólo sorprende al gobierno, que se ha negado sistemáticamente a renegociar el capítulo agrícola del TLC que, a partir del pasado 1º de enero, eliminó totalmente las barreras arancelarias para las importaciones de maíz, frijol, leche y azúcar. A fin de cuentas, Estados Unidos y Canadá no están dispuestos a hacerlo, pretextan.
Lo cierto es que cuatro gobiernos consecutivos desperdiciaron 14 años para hacer algo que garantizara la competitividad de los productores mexicanos y los protegiera de las prácticas desleales estadounidenses. En lugar de ello, terminaron por desmantelar lo poco de rentabilidad que le quedaba al campo. Siete años de los últimos dos gobiernos priístas, siete de los primeros dos gobiernos panistas. Responsabilidad plenamente compartida. No tienen para dónde hacerse, y lo saben. Por ello, la administración de Felipe Calderón optó por la retórica y su reacción se ha limitado a vanagloriarse de las ventajas del Tratado de Libre Comercio que, según ellos, ha significado mayores exportaciones agrícolas, “cinco veces más que en 1994”, según Calderón.
Pero la realidad desmiente a todos: entre 1995 y 2007, la superficie sembrada en el país reportó un decremento de 12,6 por ciento; la superficie cosechada cayó 10 por ciento; el rendimiento por hectárea aumentó 28 por ciento; la producción de los principales cultivos de granos y oleaginosas creció 25.3 por ciento y la importación 114 por ciento, mientras la exportación se redujo 31 por ciento. En 1995, el 87.3 por ciento del consumo aparente de maíz en México se cubrió con producción nacional; en 2007 esa proporción cayó a 75 por ciento. En los demás granos es igual o peor en el mismo período: aumento de 238 por ciento en la importación de frijol, 120 por ciento en arroz, 217 por ciento en trigo, y así lo mismo con soja, sorgo, cebada y semilla de algodón.
Estados Unidos reportó que durante el último año fiscal (octubre 2006-septiembre 2007), México importó de este país 1886 millones de dólares de granos forrajeros (fundamentalmente maíz y algo de sorgo), lo que representó 65 por ciento más que el año anterior y 93 por ciento arriba de 2003. En 2006, 10.7 millones de toneladas importadas desde EE.UU. cubrieron 33 por ciento del consumo nacional.
Y ahora que ya no hay barreras, en Estados Unidos no desaparecen las barreras no arancelarias y medidas antidumping, además de los fuertes subsidios ya existentes para sus productores y un elaborado sistema de apoyos financieros desde la banca comercial para la exportación. Ante esto, el gobierno de Calderón balbucea y el secretario de Agricultura –cuya renuncia también exigen los partidos políticos de oposición– apenas promete algunos subsidios para alimento de animales y ayuda para algunos productores, porque según él los efectos negativos del TLC sobre el maíz y el trigo serán compensados por los mayores precios internacionales ante la mayor demanda estadounidense de etanol.
A nadie sorprendió ayer ver la capital paralizada por 300 camiones foráneos, 200 tractores, 200 camionetas, 20 camiones torton y 25 camiones de volteo, ni que miles de campesinos realizaron protestas, tomas de delegaciones de la Secretaría de Agricultura y bloqueos a carreteras en al menos 14 estados. Simpatía causó un corral con una decena de vacas sobre el Paseo de la Reforma, frente a la Bolsa Mexicana de Valores. Según los manifestantes, el Tlcan ha provocado que al menos 5 millones de mexicanos hayan emigrado a Estados Unidos y muy altos niveles de pobreza para 75 por ciento de la población.
La de ayer, si bien una de las mayores, es apenas una de las tantas manifestaciones que desde hace más de tres meses se realizan por todo el país. Una de las más paradójicas ocurrió el pasado 13 de diciembre, un ayuno por la comida, por la independencia alimentaria, precisamente en el Angel. Ahí, el escritor Paco Ignacio Taibo II comentó: “El intento de desmaizar a México es el colmo del cinismo. No hay libre competencia contra una economía tecnificada y subsidiada. La última vez que yo peleé con Cassius Clay me rompió la madre”.
Y sí, en México no sólo se erosiona la tierra, también se erosionan los pueblos que emigran a Estados Unidos.
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