Miércoles, 13 de febrero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ANTE EL DESABASTECIMIENTO, AMENAZA EXPROPIAR NESTLE Y PARMALAT
Hace meses que millones de venezolanos tienen que recorrer varios supermercados para poder completar las compras del mes. Las imágenes de góndolas repletas de arroz, leche, huevos, aceite, pollos y papel higiénico desaparecieron el año pasado y el gobierno de Hugo Chávez, aunque dice haber detectado el problema, sigue sin encontrarle una solución. Esta semana acusó directamente a Parmalat y Nestlé, las dos transnacionales más importantes del sector lechero venezolano, de estar complotando para desestabilizar el país y amenazó con una expropiación. De la vereda de enfrente, las empresas –extranjeras y locales– desestiman las “ideas conspirativas” del líder bolivariano y responsabilizan a su política de control de precios y la alta inflación. En medio de esta puja, los más perjudicados son los pobres. Desde el mes pasado, el salario mínimo ya no alcanza para completar la canasta básica de alimentos.
Desde el principio, el gobierno de Chávez puso entre sus prioridades mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Impuso un control de precios a los alimentos básicos para frenar lo que consideraba ganancias excesivas de las grandes empresas, creó un sistema de mercados estatales para los barrios más carenciados y aumentó gradualmente los salarios más bajos. Como resultado, el consumo se disparó.
Pero hace varios meses que a los venezolanos les cuesta encontrar la mayoría de los alimentos básicos y cerca de un tercio de los medicamentos del mercado. Para Cavidea, la central que reúne a las empresas que producen hasta un 70 por ciento de los alimentos, la explicación del desabastecimiento son los cinco años de control de precios y la creciente inflación, que sólo el año pasado alcanzó el 22,5 por ciento en general y un 37 por ciento para los alimentos. Según sostienen los empresarios, actualmente sale más caro producir un litro de leche que venderlo.
El gobierno no niega la inflación, pero rechaza que haya un problema económico estructural. “En Venezuela no hay desabastecimiento, sino una demanda creciente de alimentos por parte del pueblo venezolano”, explicó el ministro de Agricultura y Tierras, Elías Jaua. Muchos funcionarios se sumaron a sus palabras, pero fue Chávez el que le puso nombre al supuesto plan de desestabilización. “No hacemos nada instalando plantas para descubrir después que no hay leche en ellas porque se la han llevado Nestlé y Parmalat. Habrá que apretarles las tuercas”, advirtió el presidente.
En su declaración, Chávez no sólo responsabilizó una vez más a las grandes transnacionales, sino que además intentó contestar a las críticas de los movimientos sociales y sindicales que piden soluciones desde el Estado. “La explicación del gobierno no puede ser que la oposición –derrotada en el 2006 y en el golpe de 2002– tenga aún la capacidad para hacer desaparecer los productos más básicos y necesarios con una impunidad total”, señaló Orlando Chirino, uno de los coordinadores nacionales de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), una central cercana pero no aliada del chavismo.
A pesar de estar enfrentado al gobierno por su reciente despido de Pdvsa, la petrolera estatal, Chirino no duda de que los grandes empresarios están ayudando a empeorar la situación. Sin embargo, lo que le preocupa es que el Palacio de Miraflores sólo está poniendo paños fríos. “El cierre de la frontera con Colombia, las amenazas verbales a las transnacionales son apenas soluciones superficiales. Con el actual precio del barril de crudo y la entrada comercial privada, Chávez debe encarar cambios verdaderos para asegurar la autonomía alimentaria del país”, aseguró.
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