Colombia tiene con qué ir a la guerra. Su ejército es el segundo más grande de América latina. Tiene el respaldo de Estados Unidos. Y, tan solo en los primeros cuatro años del gobierno del presidente Uribe (2002-2006), la tropa terrestre aumentó en un 22 por ciento. Esto sin contar el arsenal ilegal que el narcotráfico, los paramilitares y la guerrilla esconden en el país. La política del mandatario, conocida como seguridad democrática, ha estado preparando al país para combatir a los grupos armados del interior y, por supuesto, a los adversarios internacionales cuando llegara el momento. Si hoy la crisis con Venezuela y Ecuador llegara a una confrontación armada, Colombia respondería desde aire, mar y tierra. Tiene con qué.

Según el presupuesto oficial, bajo el cargo “defensa y seguridad nacional”, en el 2007 Uribe gastó poco más de 9000 millones de dólares, incluyendo entre 400 y 500 millones. De ese dinero, el 42 por ciento se destinó al fortalecimiento de la capacidad terrestre de las fuerzas armadas, que incluyen a la policía, el ejército, la fuerza aérea y la armada nacional. Un 21 por ciento fue dedicado a la capacidad aérea y el 14 por ciento se invirtió en la naval y fluvial.

Con esa inversión, que corresponde al 6 por ciento del Producto Interno Bruto, y una de 7 mil 500 dólares en 2008, el fortalecimiento de la fuerza pública no es el que desea Uribe, pero sí se acerca a su ideal. El mandatario, al iniciar su gobierno, recibió literatura del Citizen Soldier (soldado ciudadano) de delegados estadounidenses que le dieron la bienvenida al poder. Más adelante, Uribe dijo que su sueño era que cada colombiano fuera miembro de las fuerzas armadas legales para así combatir entre todos a las ilegales.

Hoy, en las fuerzas militares de Colombia hay más de 270 mil hombres y mujeres: 200 mil 349 soldados, 11 mil 999 oficiales, 39 mil 889 suboficiales, y 6 mil 815 alumnos. En la policía son 142 mil 808 civiles en la institución, un 5 por ciento más que en 2007. Sumados, conforman la fuerza pública de Colombia, que corresponde a 413 mil 738 hombres a la fecha. Es decir, el 2 por ciento más de la población, comparado con el año anterior, está al servicio de la defensa nacional y, por supuesto, la guerra.

Ese personal se agrupa en siete divisiones del ejército a lo largo del territorio nacional, que es de un millón 141 mil kilómetros cuadrados, y en la policía nacional. También existen la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra), la brigada contra el narcotráfico, la brigada de aviación del ejército colombiano y la Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas.

En 2007, se crearon 52 nuevas unidades del ejército. Hoy son 209, entre las que se cuentan tropas del ejército, unidades operativas tácticas y fundamentales, distritos militares, comandos operativos y destacamentos.

En la armada y la fuerza aérea, Colombia cuenta con 104 unidades militares. Este año, se estrenan 31 nuevos batallones de alta montaña, agrupación de fuerzas especiales urbanas y brigadas móviles.

Y, aunque la información no es pública, se habla de la compra de más armamento, como la que se hizo a Brasil en 2006. Colombia adquirió 25 aviones de combate súper tucano a ese gobierno por 234 millones de dólares, y con ellos bombardeó el fin de semana pasado el territorio ecuatoriano. Trece aviones caza que el gobierno colombiano compró a Israel este año, por 165 millones de dólares, aún no entran en operaciones, pero se espera que repotencien a otros once de ese tipo que ya hay en el país, cuando sea necesario.

Donaciones de helicópteros Black Hawk que, con frecuencia, hace Estados Unidos a este país, así como de simuladores para esas mismas aeronaves que entregó España, se suman al arsenal guerrero de Uribe y las fuerzas armadas de Colombia.