Sábado, 8 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA EXCLUSIVA CON JOSé LUIS RODRíGUEZ ZAPATERO, CANDIDATO DEL PSOE
Si bien aparece adelante en los sondeos a dos días de las elecciones generales, el primer ministro español no escapa a cuestionamientos por su política migratoria, su fallido plan de paz con la guerrilla vasca y la desaceleración económica.
Por Javier Moreno *
desde Madrid
Los sondeos le dan por ganador, pero lejos de la mayoría absoluta. Sin embargo, Zapatero quiere gobernar sólo con el apoyo de su partido y asegura que no dejará de luchar hasta la medianoche de ayer viernes para conseguir una mayoría amplia. No descarta acuerdos con IU y nacionalistas, como en esta Legislatura, pero sí una coalición con el PP.
El miércoles por la tarde el helicóptero presidencial está esperando a José Luis Rodríguez Zapatero en el helipuerto de La Moncloa para llevarlo a un acto electoral, el enésimo en este fin de campaña intenso, esta vez en Badajoz. El presidente del gobierno se muestra en general relajado, confiado en su triunfo el domingo, aunque durante la entrevista ha de controlar de forma casi imperceptible algún que otro ligero brote de irritación. Zapatero medita mucho las respuestas, sopesa cada frase y, quizá porque la conversación es corta (apenas una hora), no muestra ninguna impaciencia. Pero tiene prisa. Para cuando los periodistas abandonan el Palacio de La Moncloa, su helicóptero se eleva ya sobre el recinto presidencial rumbo a uno de los últimos actos de la campaña más reñida en muchos años.
–¿Cree que la Constitución está empezando a crujir? Parecería que hemos entrado en una época distinta a la que se ha vivido en los últimos 30 años. ¿O considera que no está sucediendo nada especial?
–La Constitución goza de buena salud. Ha sido una norma útil para garantizar las libertades, la alternancia de poder, y para construir un modelo territorial. Hay medios, las leyes, y la acción política suficiente para adaptar el momento histórico y para hacer cambios de futuro.
–¿No cree que en la configuración territorial se están produciendo fisuras, grietas, avisos de problemas en el futuro?
–El debate territorial es un debate permanente. La diversidad forma parte de nuestro ser, una diversidad muy acusada en algunas comunidades, y eso necesita un gobierno, una gestión, que sólo tiene una respuesta: el máximo autogobierno en la unidad y, ante todo, cooperación. Es la etapa en la que deberíamos relanzar nuestros mejores esfuerzos en los próximos cuatro años.
–¿Es consciente del desprestigio en que están sumidas algunas instituciones clave para la democracia en España: el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial?
–No, no. El Tribunal Constitucional ha sido objeto de una traslación por parte del PP de la contienda política. Pero la institución sigue emanando sentencias que fijan una doctrina extremadamente rica para la democracia y para el ejercicio de las libertades. Espero que ese momento, que ha sido difícil, no se vuelva a repetir y ningún partido político trate de apurar tensionando elementos del debate político en el Constitucional. Y el Consejo General del Poder Judicial exactamente igual.
–¿Cuál es su parte de responsabilidad en el desastre?
–Lamento decir que yo no tengo responsabilidad. La responsabilidad ha sido del PP. El modelo constitucional exige una cierta lealtad no escrita a las reglas. Claro, cuando alguien está en la oposición y no quiere renovar el Poder Judicial, pues vemos que se produce un bloqueo.
–¿No le parece que sería necesario cambiar la Ley Electoral? ¿Incorporar las listas abiertas, rediseñar la circunscripción, lograr un mayor equilibrio entre población y diputados?
–No, en absoluto. La Ley Electoral ha funcionado. No hay ninguna prioridad de rectificar la Ley Electoral. La única razón de la crispación es que el PP tuvo una mala digestión del resultado de hace cuatro años. Habían entendido que la manera en que se podía abrir la puerta para recuperar la mayoría era establecer una oposición dura en todo. Y trasladando mucha crispación. Esperemos que la nueva etapa, ya veremos el día 9, sea una etapa de convivencia, de buenas maneras, de que no vuelvan a estar la descalificación en la vida política ni el insulto. Y que reinen las ideas. Ese es uno de mis objetivos principales.
–¿Es consciente de que los ciudadanos con ingresos medios y medios-bajos compiten con los inmigrantes para acceder a servicios cuya calidad se está deteriorando en hospitales, escuelas...?
–La sanidad está garantizada. Tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo, en calidad y en funcionamiento. Tiene pensiones...
–No hay más que darse una vuelta por grandes hospitales o centros de salud para comprobar la masificación, o por las escuelas para observar...
–Depende de qué comunidades autónomas, porque una de las cosas que yo he hecho en esta etapa ha sido transferir 5000 millones a las comunidades autónomas para la sanidad.
–¿Pero eso no le salpica de rebote al PSOE también en Madrid? Los socialistas no se sienten cómodos en este debate.
–Vamos a ver. La respuesta al fenómeno de la inmigración no es hacer un discurso de rechazo, sino ampliar las políticas sociales. Y eso es lo que estamos haciendo. Que las políticas del gobierno central puedan llegar a la última escuela, al último centro de salud, es una tarea difícil, porque por medio están las comunidades autónomas y no nos las podemos saltar. Pero éste es el gobierno que ha puesto encima de la mesa 800 millones en estos años para la integración de inmigrantes, para que haya medidas sociales específicas, concretas, conocimiento de idiomas, ayudas sociales... Y, por tanto, para que los ciudadanos que viven donde hay un peso inmigratorio importante no se vean afectados. Pero este país tiene recursos suficientes para mantener y mejorar los servicios públicos, y los dos principales son la educación y la sanidad.
–¿Cuántos inmigrantes ilegales hay en España?
–En torno de 250.000.
–¿Qué piensa hacer con ellos?
–En la medida en que podamos, repatriar. En cuanto tenemos un inmigrante ilegal, lo repatriamos.
–No va a regularizar.
–No, no. Bueno, quiero precisar dos cosas. Cuando hicimos la regularización, que se llama regularización masiva, ya es imposible eludir el término, fue una regularización uno a uno. Con contrato de trabajo, con acuerdo entre empresarios y sindicatos, y pidiendo los antecedentes penales.
–¿Pero descarta un proceso similar para este mandato?
–Evidentemente, lo descarto. Lo que hay que hacer es lo que hemos hecho: fortalecer los flujos legales, ayudar más a la cooperación en los países de origen. Es lo que hemos hecho con la presencia de empresas españolas en Africa y con la creación de escuelas taller. Hay que ayudar, por eso hemos triplicado la ayuda al desarrollo en Africa... triplicado. Hay que ayudar a los jóvenes que, por desesperación, quieren venir hacia aquí, y a sus países. Hay que repatriar con dignidad y con acuerdos con los países, porque si no, no se repatria. Lo demás es pura demagogia, también cuando se habla de expulsar a la inmigración ilegal, porque el país te lo tiene que admitir. Hemos establecido acuerdos con países de Africa donde no estábamos, y estamos repatriando. Y repatriando mucho más. De hecho, seguramente ahora estemos en el momento más bajo de los últimos 10 años de inmigrantes en los centros de Andalucía, Canarias y Ceuta y Melilla. Porque se ha conseguido una política de reducción muy importante de los que intentan llegar y una ampliación de los que conseguimos devolver.
–¿Volverá a negociar con ETA?
–No hay ninguna posibilidad. A ETA sólo le queda el fin del fuego.
–¿No? ¿O no como después de la T-4 (el atentado de ETA en Barajas)?
–Pues no, y después de la T-4... Parece que éste ha sido uno de los debates más insólitos que hemos vivido, porque, después de la T-4, rompimos el diálogo. Semanas después, las personas, los expertos extranjeros que habían estado en la facilitación con el apoyo y el concurso de gobiernos europeos, nos trasmitieron que existía la última posibilidad de que pudiera ponerse fin a la acción violenta de ETA y no se aproximara a lo que había sido la barbaridad de la T-4. Me pareció bien que siguiera, aunque yo sabía que no íbamos a ir a ningún sitio, porque después de la T4 tenía la convicción de que el destino y la estrategia de ETA era la de la locura, la de siempre, la de los 30 años, la que no va a ningún sitio. Y eso fue lo que sucedió. Tan absurdo me parece lo que se ha dicho que, en fin, sucede una cosa curiosa: que he sido yo el que lo ha contado, pero lo he contado con toda naturalidad en la primera pregunta que me hicieron.
–Economía. El dato del desempleo registrado en febrero es pésimo.
–Niego la mayor. Es más, hoy tengo un par de datos buenos de la economía española. Hemos recuperado 90.000 afiliaciones. Y hay una parte positiva: ha habido un número muy elevado de contratos fijos y la contratación ha sido alta. No parece que, si tuviéramos un clima económico alarmante, los empresarios siguieran contratando. Y menos tantos contratos fijos. Pero vamos a tener un dato mejor de producción industrial, que vamos a conocer, mejora la actividad de los servicios... Se va a producir un ajuste en el empleo en el sector de la construcción, pero en conjunto...
–¿Cuándo ha hablado por última vez con Fidel Castro?
–No he hablado en mi vida con Fidel Castro. Estas son las paradojas en las que uno vive, ¿no?
-De El Pais de Madrid. Especial para Página/12.
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