Jueves, 4 de diciembre de 2008 | Hoy
ETA ya había atentado contra el Tren de Alta Velocidad que estaba construyendo Ignacio Uria Mendizábal, el empresario vasco que asesinó ayer el grupo armado. Durante todo el año pasado se registró un total de 25 sabotajes contra las empresas que dirigen las obras, su maquinaria o sus instalaciones. Este año el proyecto sufrió más de una docena de ataques. Todos los actos de sabotajes fueron reivindicados por el grupo terrorista vasco. La última vez en agosto pasado. “Los intereses que están detrás del TAV son ajenos a Euskal Herria (País Vasco)”, advertía en un comunicado, en el que se adjudicaban tres atentados en Guipúzcoa. Según las cartas y las amenazas que enviaron a los medios vascos, el grupo armado sostiene que el proyecto para construir un tren de alta velocidad, como el TGV de Francia, tiene como objetivo debilitar las aspiraciones independentistas de los vascos. La iniciativa no sólo es impulsada por el gobierno central de José Luis Rodríguez Zapatero, sino que además cuenta con el apoyo y la participación del gobierno local y del Partido Nacionalista Vasco. Estos últimos tienen todavía fresco el recuerdo de la central nuclear Lemoniz. A principio de los ochenta, ETA lanzó una campaña contra la construcción de esa planta, como ahora lo hace con el tren. Mataron a cinco personas y atentaron sistemáticamente contra la obra en construcción hasta que las autoridades cedieron y abandonaron el proyecto. Hasta el día de hoy el edificio, casi terminado y abandonado, se erige como un recuerdo de la perseverancia del grupo armado.
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