EL MUNDO › CRECIMIENTO SIN DISTRIBUCIóN

Jóvenes sin trabajo

 Por Andrea Rizzi

La radiografía económica de Grecia en la última década es una imagen a primera vista llena de luces y logros. El PIB per cápita creció en ese período a un ritmo superior al 4% anual, el paro bajó del 12% de 1999 al 7,6% actual; la deuda pública se redujo de manera sensible. Sin embargo, la producción de riqueza no ha despejado las intensas sombras que permanecen sobre la juventud griega, que sufre tasas de paro inigualadas en la UE y un sistema universitario muy ineficiente, según varios criterios de evaluación.

“Grecia ha avanzado a un paso superior al de la UE en los últimos años, pero tiene importantes desafíos pendientes, entre ellos, desde luego, la tasa de paro juvenil”, comenta desde París Vassiliki Koutsogeorgopoulou, economista que sigue Grecia para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En 2007, según Eurostat, el paro juvenil griego alcanzaba el 22,9%, el peor dato de toda la UE. El apodo acuñado para los jóvenes trabajadores –la generación de los 700 (euros)– parece sugerir que las cosas tampoco les van muy bien a muchos de los que cuentan con un empleo.

Una de las causas del problema reside, según la analista, en las deficiencias del sistema universitario. Ya en 2007, la OCDE alertaba de la rigidez y escasa competitividad de un sistema que no facilita la transición al mercado laboral y que produce cada año sólo dos licenciados cada cien veinteañeros, la mitad de la media de la OCDE. El gasto público del Estado griego en educación universitaria figura entre los más bajos de la organización. A cambio, las partidas destinadas a pensiones, sanidad y administración pública se sitúan entre las más elevadas en la UE, lo que configura un cuadro de la distribución de los recursos públicos poco favorable a la juventud. Si se añade a la cuenta también el gasto para pagar los intereses de la imponente deuda pública, el panorama es aún menos alentador. “El gobierno griego ya ha aprobado una reforma universitaria que flexibiliza el sistema y va en la dirección adecuada, pero son necesarios pasos ulteriores –observa Koutsogeorgopoulou–. También consideramos que hay mucho espacio para una racionalización del gasto en sectores como sanidad, pensiones y administración pública.”

Así, mientras Grecia se clasificaba segunda entre los 30 países de la OCDE en cuanto a crecimiento del PIB per cápita en la década 1995-2005, en el mismo período sólo alcanzaba el puesto número 27 en cuanto a empleo juvenil y número de licenciados (datos de 2004). La realidad que refleja semejantes datos –a los que hay que añadir una inflación muy vivaz este año– es un caldo de cultivo para el malestar cada vez más fértil, a medida en que se agudiza la crisis económica internacional, aunque ésta esté golpeando Grecia con menor virulencia que a otros países. “Creemos que Grecia mantiene un potencial de crecimiento superior al de la UE, y que su sistema bancario ha sido menos afectado por el contagio de activos tóxicos –dice Koutsogeorgopoulou–. Pero desde luego su economía no está exenta de riesgos.” Las tensiones sociales contribuyen a agravar el pronóstico.

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