Al menos 26 bombas se colocaron en diversos rincones de Santiago de Chile en lo que va del año. Sin embargo, gracias a una intensa campaña policial, cuatro llegaron a estallar. El de ayer es el primer atentado que ocurre a plena luz del día y en un sector que tiene más medidas de seguridad que otros porque la estación atacada se ubica al lado de la Escuela Militar del ejército. Otro de los atentados de este año afectó a un vagón del subte ubicado dos estaciones al oeste de la Escuela Militar, en Los Dominicos, que sufrió graves destrozos pero no causó heridos. El fiscal que investiga los atentados, Francisco Bravo, dijo a la prensa que la bomba que detonó ayer es de similares características a la que explotó en Los Dominicos. Al cierre de esta edición, nadie se había atribuido el ataque.

El primero de los atentados, con el que se inauguró lo que en Chile se conoce como caso Bombas, se produjo en un supermercado en 2005. Con períodos de mayor y menor intensidad, los autores no dejaron de actuar desde entonces. Si bien hasta el momento las detonaciones no dejaron como saldo víctimas fatales (excepto Luciano Pitronello, a quien una bomba le amputó una mano cuando la manipulaba), estos incidentes preocupan a las autoridades chilenas. Una de las explosiones que más conmoción produjo al otro lado de la cordillera tuvo lugar el 13 de julio en otra estación del subte de la capital, en momentos en los que todavía había pasajeros, algo que nunca antes había sucedido y que llamó la atención de los investigadores. Siete días más tarde, una guardería era blanco de otro atentado pero, esta vez, el artefacto fue desactivado antes de que estallara. En los casi diez años que llevan estos ataques, que con el de ayer ya suman 198, la Justicia chilena sólo logró condenar a dos personas.