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El 29 de agosto el Daily Telegraph y otros diarios desenterraron una declaración de Corbyn en 2013 sobre las islas Malvinas y obtuvieron un titular resonante de un veterano de la guerra, Simon Weston.

“Es una idea repugnante. Argentina no tiene ningún derecho a esas islas. Causaría una guerra civil (????) nuevamente porque envalentonaría a los argentinos”, señaló Weston que sufrió quemaduras en toda su cara durante el conflicto.

Corbyn no había dicho que el Reino Unido tenía que renunciar a su soberanía y darle las islas a Argentina. En la entrevista con la BBC en 2013 el nuevo líder del laborismo había sugerido que una “administración compartida” con los isleños manteniendo su nacionalidad británica podría resolver el conflicto. “Esto se ha hecho en otras situaciones como en el conflicto entre Finlandia y Suecia sobre las islas Aman. Se hizo con Hong Kong y en cierta medida con Gibraltar. Hay un camino a explorar”, dijo Corbyn.

Cuando en marzo, en plena fiebre preelectoral, el ministro de Defensa británico Michael Fallon anunció un aumento del gasto militar en las islas ante la “amenaza militar argentina”, Corbyn fue uno de los 28 diputados que participó del debate parlamentario. “¿Qué diálogo ha llevado adelante el ministro con Brasil, Uruguay o Argentina para reducir tensiones en vez de proponer un aumento del gasto de 180 millones de libras?”, preguntó Corbyn.

Estas intervenciones forman parte del perfil de Corbyn y de sus posiciones en materia de política exterior que, curiosamente, resultan mucho más radicales en el contexto británico que sus propuestas de nacionalización. Instintivamente pacifista, miembro del comité de desarme nuclear, el CND, opuesto a las intervenciones militares, Corbyn es vulnerable a acusaciones de vendepatria o dormir con el enemigo cada vez que propone un diálogo con Hamas o el IRA, por más que estas políticas sean antes o después seguidas por los gobiernos de turno.

Con medios mayoritariamente dominados por los conservadores y una opinión pública que navega entre la flema, el escepticismo, la nostalgia imperial y el patrioterismo, la postura de Corbyn en estos temas es riesgosa y fácilmente distorsionable. Corbyn es consciente del riesgo y ha suavizado algunas de las posiciones como alguien dispuesto a elegir donde dar batalla. Históricamente a favor de abandonar la OTAN Corbyn señaló durante la campaña que era una resabio de la guerra fría, pero que continuaría en su interior, aunque criticando su política y la insistencia en que sus miembros gasten en defensa un equivalente al 2 por ciento del PBI nacional.

En cuanto a Malvinas probablemente siga el mismo camino. El sábado pasado Corbyn asistió a un evento de Latinos con Corbyn en Londres. En su discurso de media hora, que comenzó en un español fluido y graciosamente acentuado, abogó por las mismas políticas que en toda su carrera, señaló que conocía casi todos los países de la región que visitó cuando tenía 19 años y muchas veces después, pero no mencionó ni una vez el tema Malvinas.