El presidente interino, Michel Temer, afirmó ante empresarios que “la ideología ha pasado de moda”, al justificar su plan económico. En Brasilia, Temer planteó ayer que su intención es entregar el gobierno en 2018, teniendo en cuenta que aún debe ser sometida a juicio político la suspendida mandataria Dilma Rousseff, quien confía en poder revertir votos en el Senado y regresar al cargo. El presidente interino se refirió en esos términos al hablar ante 200 empresarios reunidos por Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), responsable de financiar campañas por el juicio político a Rousseff. El encuentro tuvo lugar en el Palacio del Planalto, donde el equipo económico presentó sus proyecciones y reclamó inversiones. “La generación de empleo vendrá si existe la actuación de la iniciativa privada. Confieso que este asunto de ideología está fuera de moda y lo que manda es la politica de resultados, la que define el ciudadano. Si le sirve, la aprueba, si no le sirve, no la aprueba”, sentenció Temer. Y se refirió a su idea de pacificar el país para atraer inversiones, aunque no hizo referencias directas al pedido de captura que anteayer realizó el fiscal general, Rodrigo Janot, para el núcleo duro del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), por obstruir la operación anticorrupción en Petrobras, conocida como “Lava Jato”. En ese sentido, Skaf, también afiliado al PMDB, hizo llegar a Temer el pedido de la cámara patronal paulista, la mayor de América latina, en cuanto a que la única salida posible a los vaivenes económicos provendrá del recorte del gasto público y del aumento de impuestos. “La crisis política puede tener su propio camino y la economía necesita andar por otro camino.Hay que cortar desperdicios para reducir los costos y tener crédito con tasas de interés más bajas”, dijo Skaf.