Viernes, 11 de abril de 2008 | Hoy
EL PAíS › KIRCHNER CRITICO EL LOCKOUT DE LOS DIRIGENTES AGRARIOS, PERO TAMBIEN LLAMO A NO CONFRONTAR
Antes de la reunión entre Cristina Fernández y las cámaras agropecuarias, el ex presidente combinó exhortaciones al diálogo con cuestionamientos a “los más favorecidos” que salen a “cortar calles” y a “tirar la mercadería”.
Por Martín Piqué
Se lo había adelantado al jefe de Gabinete, Alberto Fernández. “Voy a hablar de diálogo, que no nos digan que los que confrontamos somos siempre nosotros”, había dicho Néstor Kirchner en un aparte, antes de subirse al palco del Centro Galicia. El pronóstico también había sido escuchado por el gobernador Daniel Scioli. Y la promesa se cumplió, aunque al estilo Kirchner. Su preocupación por evitar una escalada en el conflicto con los ruralistas quedó en evidencia a lo largo del discurso. “No es necesario que confrontemos como hace pocos días”, exhortó a las entidades que llevaron adelante el lockout. Luego reclamó que los conflictos se resuelvan por la vía institucional. Enseguida prometió que desde su rol de futuro presidente del justicialismo se preocupará por no fomentar la confrontación. “Vengo a asumir la presidencia del PJ y no va a ser para cultivar la teoría de la confrontación, sino del amor. No trabajamos para que a nadie le vaya mal. Que nunca más resolvamos nuestros problemas agudizando las contradicciones”, demandó. El mensaje buscaba reforzar la negociación con los productores del agro, aunque incluyó también críticas al desabastecimiento y a ciertos medios de comunicación.
La reunión entre la Presidenta y los dirigentes de las entidades ruralistas, programada para hoy al mediodía, pesaba sobre el acto organizado por la Federación Argentina de Municipios. Kirchner sabía que un discurso de tono confrontativo sería leído como una provocación por los representantes del agro. En el recorrido en auto que hizo a solas con el jefe de Gabinete, desde la Rosada hasta la sede del club Galicia, en Bartolomé Mitre al 2500, le comentó a Fernández que iba a evitar que lo tildaran de “provocador”. Entonces usó varias veces la palabra “amor” y habló de “impulsar las avenidas y alamedas de la tierra”, una frase parecida a la que pronunció Salvador Allende en su último discurso desde La Moneda. “Me siento como el primer día, con muchas ganas de que generemos una cadena de amor y cariño en la sociedad”, dijo. “Durante mucho tiempo nos dividieron. Ahora aparece el nuevo amanecer”, fue otra expresión pensada para evitar aquellas acusaciones.
Pero Kirchner no evitó totalmente las críticas. Y a pesar de su decisión previa de no contribuir al distanciamiento con los ruralistas, tampoco se privó de hacer duros reproches. “Antes de pensar en nuestras cosas, en nuestros patrimonios personales, pensemos en el bien de la patria. Está bien que pensemos en nuestra vida personal, en qué nos deparará el destino. Pero siempre tomemos el mensaje de vida de Evita. Antes de pensar en los patrimonios personales pensemos en el patrimonio del pueblo argentino”, aseguró. No fue la única vez que mencionó a Eva: ya lo había hecho al recordar a los dos fundadores del peronismo, “el general Perón y la inmortal Eva”.
La preocupación por cuidar el lenguaje, sin dejar de hacer críticas, no tuvo demasiado eco entre los jóvenes de La Cámpora, la agrupación creada por Máximo Kirchner. “Vamos a ver / qué se come en la Argentina / si carne de vaca/ o carne de gorila”, corearon.
Kirchner siguió con recriminaciones más precisas, destinadas puntualmente a las cámaras patronales del campo. “Causa un profundo dolor que quienes pueden ser los más favorecidos por este proceso salgan a cortar calles, tiren la mercadería, generen desabastecimiento y aumento de precios. Nunca más hagan eso. Esos no son signos de fortaleza, son signos de intolerancia”, recriminó. En medio de la sucesión de cuestionamientos, el ex presidente incluyó también una frase que dejaba entrever algo así como un mea culpa, quizá una admisión de que el Gobierno había cometido errores en la política agraria. “Yo muchísimas veces me he hecho autocríticas”, dijo. La frase no pasó inadvertida para quienes admiten, dentro del Gobierno, que el Ejecutivo debió ser más rápido para implementar medidas diferenciadas para los pequeños productores.
El discurso siguió con una nueva referencia crítica a ciertos medios. La acompañó con una exhortación a que se manejen con “responsabilidad”. El mensaje también iba dirigido a la dirigencia oficialista que escuchaba arriba y abajo del escenario. “No podemos tener un pie allá y otro acá. No podemos estar diciendo lo políticamente correcto para el regocijo de ciertos opinadores”, aconsejó Kirchner. Debajo del palco, bien cerca de las cámaras que enfocaban todo para la transmisión en vivo, se veían varias pancartas de La Cámpora que cuestionaban al canal Todo Noticias (“Todo Negativo”) y al diario Clarín (“Clarín, el gran sojero argentino”). Cuando terminó su discurso, el propio Kirchner tomó una pancarta con esta última consigna: se fotografió con ella mientras saludaba a los manifestantes.
Kirchner citó varios nombres propios: al economista Aldo Ferrer, para subrayar que el Ejecutivo pretende gobernar para 40 millones de argentinos y no para 20; al ex presidente Carlos Pellegrini, porque a principios del siglo XX sostenía que había que incorporar valor agregado a la producción y no exportar productos primarios; a San Martín, Yrigoyen, Perón y Evita. También mencionó a su esposa, la gran ausente en el Centro Galicia de Buenos Aires. “Nuestra corajuda y digna Presidenta”, la llamó. En tren de diagnósticos, sugirió que el mandato de CFK atravesará pujas sectoriales, porque estos años corresponden a la etapa de la distribución del ingreso. “Nosotros venimos a contribuir a la gobernabilidad”, advirtió. Lo rodeaba una postal bastante numerosa de gobernadores, intendentes y dirigentes sindicales.
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