EL PAíS › DESPUéS DE 23 DíAS PRóFUGO EL REPRESOR JULIáN OSCAR CORRES FUE RECAPTURADO EN LA CASA DE SU MADRE

Una trampera en el placard para atrapar al Laucha

Una comisión conjunta de la Policía Federal y de la PSA detuvo al militar que se había fugado de la comisaría de Bahía Blanca. El ministro de Justicia, Aníbal Fernández, dijo que “lo encontraron en el placard”. Habló de “desidia o connivencia” en el escape.

 Por Adriana Meyer

“Tráiganmelo como sea”, había sido la orden del ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos Aníbal Fernández. Es que el represor Julián “Laucha” Corres se había fugado de la delegación de la Policía Federal de Bahía Blanca, una fuerza que depende de su cartera, y desde el primer momento los investigadores sospecharon que el escape ocurrió con la complicidad de los azules bahienses. Y con el apoyo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), pudieron cumplir con el jefe. Pasado el mediodía de ayer, Corres fue detenido en la casa de su madre, en la localidad santafesina de Villa Constitución, tras 23 días de estar prófugo de la Justicia. “Lo encontraron en un placard”, le dijo a PáginaI12 el ministro Fernández. Más tarde, en conferencia de prensa diría: “Si uno hablaba de anomia o de desidia hablaba de hombres, no de la institución, era muy importante que la fuerza no quedara manchada, era todo un desafío para el Ministerio y para la Federal, y creemos que hemos cumplido; era nuestro deber pero nos hacía sentir muy mal”. Uno de los investigadores dijo a este diario que el entorno de Corres sabía que estaba rodeado.

El 3 de abril Interpol detuvo al torturador de La Escuelita, que había cambiado sus rasgos, cuando hacía 18 meses que estaba escondido. Pero el juez federal Alcindo Alvarez Canale, sobre quien pesan tres pedidos de juicio político, alojó a este ex oficial de inteligencia en una dependencia que no tenía las más mínimas condiciones de seguridad, y que estaba a cargo de un comisario que tenía relación íntima con el detenido. A los tres meses lo procesó por 47 secuestros, 38 torturas (está acusado de ser el que “usaba la picana”), 17 homicidios y siete desapariciones forzadas, y recién entonces ordenó su traslado a la cárcel de Campo de Mayo. Pero luego se fue de vacaciones y durante los treinta días siguientes el Servicio Penitenciario no concretó el traslado.

Por eso ayer el ministro Fernández explicó que “había una instrucción del juez del 25 de junio para que fuera retirado por el SPF, y se profugó un mes después, el 26 de julio, por esa razón hay un sumario en el Servicio Penitenciario para ver quién fue el responsable de no practicar ese traslado”. En ese momento anunció que dictó “una resolución por la cual, de ahora en más, los traslados deben producirse dentro de las 48 horas, para que no nos vuelva a pasar”. Y enfatizó: “No estamos de acuerdo con que haya ningún detenido en las fuerzas de seguridad, no tienen que hacer esa tarea, los calabozos son para contraventores”.

A las 13.15, “Laucha” Corres –de 56 años y con una barba de varios días en lugar de su característico bigotito– fue sorprendido en la casa de su madre, una anciana de 82 años, donde se habría refugiado en los últimos tres o cuatro días, por una comisión de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y una brigada de la Policía Federal encabezada por el comisario Osvaldo Romagnoli. Ambas fuerzas trabajaron de manera complementaria, aunque en este último tramo la PSA no supo que la casa materna de Corres, en la calle Lisandro de la Torre 10 casi esquina Colón, fuera un objetivo “prioritario”. El represor no opuso resistencia y se lo llevaron atado de pies y manos al vehículo con que lo trasladaron por autopista hasta la sede de Delitos Complejos de la Federal, en Cavia 3350. Al cierre de esta edición, voceros del ministerio de Fernández informaron que estaba siendo conducido a la cárcel de Marcos Paz. Final de vacaciones para el prófugo, que anoche durmió en el pabellón de “lesa”, con los demás represores allí detenidos. “Escapé para ver a mi madre”, alcanzó a decir ante las cámaras y micrófonos que lo esperaban en Cavia. El teléfono de Villa Constitución era uno de los 25 que estaban intervenidos en la investigación, y un llamado “sugestivo” dio el alerta. Los vecinos dicen haberlo visto pero afirman que no lo reconocieron.

Corres sabía que la orden de traslado a la cárcel de Campo de Mayo estaba firmada y empezó a tejer la trama de la fuga con el apoyo de sus contactos, militares retirados y en actividad, y un empresario petrolero y bodeguero. Quizá en un intento de encubrir a los policías que participaron, su hermana Belén dijo ayer que usó un cuchillo para fugarse, al estilo superhéroe de serie televisiva. Pero los investigadores saben que salió por la puerta principal, que a la 1 de la mañana tenía los jeans puestos. Recién entrada la mañana los federales bahienses dicen haber advertido su ausencia. Pero en esa delegación no hay cámaras de seguridad ni custodia, y Corres entraba y salía de su celda cuando quería.

A los dos días de la fuga comenzó a intervenir la PSA. Once uniformados fueron puestos en disponibilidad y dos de ellos siguen detenidos e imputados, mientras el Ministerio de Justicia ordenaba que quedaba prohibido alojar a detenidos en causas de derechos humanos en sedes de fuerzas de seguridad. Además, dispuso otorgar una recompensa de 150 mil pesos a quien aportara datos del paradero de Corres. Ayer Fernández aclaró que no la cobró nadie porque todo fue producto de la investigación policial. La ministra de Defensa Nilda Garré pasó a disponibilidad al general Oscar Gómez, comandante del Cuerpo V de Ejército, mientras que el juez Canale llamó a declaración testimonial al ex secretario general de ese cuerpo, Jorge Roque Cocco.

La línea “Cocco” era una de las pistas de los investigadores, y la citación judicial no ayudó en absoluto. La otra hipótesis de trabajo era la propia Policía Federal, porque los datos que arrojaron los primeros procedimientos indicaron que “de ahí lo dejaron salir”, según comentó a PáginaI12 una alta fuente del caso. Con el paso de los días quedó expuesta la íntima relación entre el jefe de la delegación bahiense de la Federal, Gustavo Scelzi, el juez Alvarez Canale y el represor. “El juez comía en casa del comisario y viceversa, la mujer del comisario le hizo la fiesta de cumpleaños a Corres”, explicó la fuente. Según concluyó, hubo tres claves para el éxito de la misión: el entorno de Corres estaba muy presionado, Asuntos Internos de la Federal actuó sobre los detenidos de menor rango que se quebraron y uno de los presos que estaba con Corres declaró bajo identidad reservada y aportó un fidedigno panorama.

¿Qué hizo Corres en estas tres semanas? Si desde el principio sabía que no contaba con los recursos y la logística para salir del país, es posible que se haya ocupado de asuntos que le habrían quedado pendientes cuando lo detuvieron, vinculados a su holgada posición económica. Los investigadores descreen que haya mantenido contactos con otros camaradas para conspirar.

“Cuando el Estado pone empeño las cosas se pueden lograr”, dijo el fiscal federal de Bahía Blanca Hugo Cañón al elogiar la acción de las fuerzas de seguridad que intervinieron. Es sabido que la situación de prófugo requiere de recursos económicos y cierta inmunidad a la nostalgia de los afectos. El primer objetivo de los investigadores siempre son los teléfonos y las casas de la familia del clandestino, por lo tanto sostienen que es relativamente fácil atraparlos. Si es así, ¿cómo es que siguen prófugos 40 represores? La respuesta sería simple: a Corres lo atrapó la Federal porque se le escapó a la Federal.

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El represor Julián Oscar Corres al ser trasladado desde la casa de su madre en Villa Constitución.
Imagen: Télam
 
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