Desde París

El fantasma de la ópera económica salió de su refugio. Por primera vez desde hace mucho tiempo, la palabra “recesión” aparece en la primera plana de los diarios franceses. “Recesión, los dados están echados”, titula el matutino Libération como apertura de una nota que narra cómo la avalancha de cifras negativas obligó el primer ministro francés, François Fillon, a acortar las vacaciones de sus ministros en plena temporada estival. Parte del Ejecutivo se reunió ayer con carácter de urgencia con el propósito de evitar que, con la caída de 0,3 por ciento del PIB de la segunda economía europea en el segundo trimestre del año, se profundice. El Producto Interno Bruto (PIB) de la zona euro retrocedió un 0,2 por ciento en el segundo trimestre en un contexto de desaceleración mundial y aumento de los precios del petróleo y los alimentos. Las tribulaciones de Francia son comunes a los países de la zona euro.

El PIB de la primera economía europea, Alemania, cayó un 0,5 por ciento; el de Italia, 0,3 por ciento; mientras que España creció apenas 0,1 por ciento. Madrid, que fue la ciudad más afectada por la crisis de los préstamos inmobiliarios que empezó en los Estados Unidos, anunció un plan de reactivación de 20 mil millones de euros.

Los responsables franceses buscan tranquilizar a una opinión pública que constata cada mes el espiral ascendente de los precios, al mismo tiempo que las cifras sobre la inflación suministradas por los organismos oficiales se empeñan en reflejar un cuadro muy alejado de la realidad. El gobierno subraya que Francia no entró en recesión. Esa afirmación se basa en un cálculo técnico: la recesión se define técnicamente con dos trimestres consecutivos de crecimiento nulo o negativo. Sin embargo, la coyuntura es estrecha. PáginaI12 lleva varios meses calculando el hiato entre la cifra oficial de la inflación y la realidad semanal del despegue de los precios. Sacando fotos con un teléfono móvil a los productos de primera necesidad a lo largo de tres meses, se constatan aumentos escalofriantes en productos como las verduras, las frutas, la carne, las pastas, las bebidas, los artículos para lavar la ropa, las harinas, los huevos o los quesos. Las variaciones son importantes. Entre marzo y junio, la mayoría de esos artículos se incrementaron en más de un 20 por ciento, porcentaje que no figura en los cómputos inflacionistas, cuyos cálculos incluyen desde el precio de un departamento hasta el de los barcos.

El margen de maniobra del gobierno francés es limitado. El coletazo de la crisis internacional llega a Francia cuando el país acumula un déficit público que se acerca al límite de 3 por ciento del PIB autorizado por la Comisión Europea. El desequilibrio del comercio exterior francés alcanzó un déficit importante con casi 50 mil millones de euros en 2008. La acción política se ve además atada por el plan fiscal adoptado luego de la elección a la presidencia de Nicolas Sarkozy. Ese dispositivo desembocó en un jugoso regalo de exenciones fiscales que se elevó a 13 mil millones de euros por año. El portavoz del gobierno, Luc Chatel, excluyó ayer un plan de austeridad, pero admitió que la situación presupuestaria es “difícil”. La oposición socialista denuncia el hecho de que el Ejecutivo tiene hoy las arcas vacías y las manos atadas, y acusó al gobierno de haber ahogado su margen de maniobra presupuestario con la política fiscal que adoptó. El gobierno mantiene por el momento sus previsiones de crecimiento para este año a niveles optimistas: de 1,7 a 2 por ciento. No obstante, la mayoría de los economistas anticipa una cifra mucho más crítica, alrededor de 1 por ciento. En ese contexto, y con la amenaza de un plan de ajuste o de rigor en el horizonte, los socialistas interpelaron a Sarkozy a fin de que dé marcha atrás en las principales medidas fiscales que adoptó el año pasado.