EL PAíS › CONTINUó DECLARANDO ANTONINI Y SE CONOCIó LA CARTA QUE DEFINIó EL GUIóN DEL VENEZOLANO EN ACUERDO CON EE.UU.

Cartas marcadas en el mazo del valijero

En Miami se presentó el documento preparado por el FBI que Antonini envió al presidente Chávez, donde se estableció la estrategia del venezolano. Antonini volvió a responsabilizar a Uberti. En una libreta del único acusado figura que las valijas traían seis millones de dólares.

La carta que el FBI escribió por Guido Alejandro Antonini Wilson, y que envió en acuerdo con él al presidente venezolano, Hugo Chávez, salió a la luz en la audiencia de ayer y demostró contener el guión con que este testigo estrella en Miami –acusado en Argentina– cuenta allí su historia de la valija. Aquel texto, que fue una estrategia de la investigación norteamericana, inducía al gobierno venezolano a prometerle dos millones de dólares a cambio de su silencio, documentos falsos para demostrar que los 800 mil dólares no eran de él y la certeza de que no iría preso en ninguna parte. Pero, a la vez, contaba en detalle qué pasó con las maletas con dólares, que según Antonini eran dos, que venían en el vuelo de Enarsa que lo trajo a Buenos Aires. En este contexto es que aseguró que fue el ex funcionario kirchnerista Claudio Uberti quien las subió al avión en Caracas, junto con el jefe de seguridad de Pdvsa, Rafael Reiter. Más aún, sostuvo que una vez que llegaron a Aeroparque “la más grande” sorteó los controles aduaneros “y Uberti se quedó con ella”.

Antonini ya había inaugurado su testimonio el martes con una referencia a que había al menos una valija más con dólares en el vuelo, además de la que le revisaron a él. Al menos, eso era lo que le había dicho –explicó en la Corte de Miami– el ex vicepresidente de Pdvsa Diego Uzcátegui. “¿Dónde está el resto del dinero?”, contó que le preguntó Uzcátegui cuando se vieron en Buenos Aires, dos días después de la incautación de los 800 mil dólares. Y cuando le respondió “¿qué dinero?” le habló de los “4,2 millones de dólares restantes”. Aunque sigue negando cualquier relación con los 800 mil dólares (cuyo origen atribuye a Pdvsa y su recepción, a Uberti), por su descripción de ayer difícilmente pueda seguir sosteniendo que no sabía que en la valija que él cargaba había billetes. Por otro lado, ayer el fiscal presentó una libreta que pertenecería al único hombre en el banquillo, Franklin Durán, donde está escrito que el envío era, en realidad, de seis millones.

La famosa carta dirigida a Chávez fue mostrada ayer por el propio Antonini como una suerte de respaldo a sus dichos, pese a que ya quedó claro en el juicio que fue armada por FBI con un propósito. El valijero le hacía saber al presidente venezolano su preocupación por lo ocurrido y por el pedido de extradición que libró la Justicia argentina en su contra, acusándolo de contrabando y lavado de dinero. Le decía que “además de la maleta que fue incautada había otra, más grande, del mismo tipo y color y con más dinero del que fue encontrado”. Agregaba que al llegar a Buenos Aires “la maleta más grande pasó los controles de Aduana y Uberti se quedó con ella”. Al testificar, agregó que el propio Uberti las había cargado en el avión alquilado por Enarsa.

Esta versión hace algún cortocircuito con lo que figura en el expediente argentino, donde los pilotos del jet, al dar su testimonio, dijeron que el vuelo salió con dos horas de demora porque los habían estado esperando a Antonini y a Daniel Uzcátegui, hijo del ex directivo de Pdvsa. La ex secretaria de Uberti, Victoria Bereziuk, declaró que suponía que a esa altura, cuando los rezagados llegaron, ya estaba todo el equipaje cargado. En ese caso quedaría la duda: ¿en qué momento vio Antonini que Uberti subió valijas? ¿Pudo verlo? A los pilotos, en su momento, no se les preguntó específicamente quién subió las valijas, pero dijeron que suelen transportarlas ellos. Por otro lado, la ex agente de la Policía Aeroportuaria María Luján Telpuk, en sus tres declaraciones, reiteró que ella revisó todo el equipaje ingresado. Hoy está citada para testimoniar otra vez. Un funcionario aduanero, Jorge Lamastra, había dicho que en la Aduana –paso previo a que interviniera Telpuk– la inspección suele ser selectiva.

El otro gran tema de la carta del FBI es el pedido de Antonini de dos millones de dólares para sus gastos de abogado y otras necesidades vinculadas con la operación para encubrir el origen y destino de la plata, los documentos para justificar los 800 mil dólares y la solución para sus problemas con la Justicia. El valijero dijo ayer que Chávez leyó la carta y que le encomendó al jefe de la Dirección de Inteligencia (Disip), Henry Rangel Silva, que lo llamara. Las conversaciones telefónicas con ese funcionario, informó, fueron grabadas. El fiscal Thomas Mulvihill las presentó ayer. En ellas Rangel se presenta como “Arvelo”, algo de lo que Antonini estaba avisado.

En un diálogo del 6 de noviembre de 2007, Rangel le dice a Antonini que “con la parte financiera no hay problema”, en alusión al pedido de dinero; “con la primera parte del recibo, tampoco hay problema”, añade en referencia a los documentos falsos y, concluye que “estamos trabajando para que se comprometan con eso allá en el sur”, en relación con el pedido de extradición y su situación judicial. Para esto último, le aclara que habían iniciado tratativas con un alto funcionario argentino, a quien identificó como viceministro de Justicia. De este modo, ante los pedidos extorsivos de Antonini, el gobierno venezolano parece acceder, pero finalmente nada fue concretado.

Antonini es un testigo clave para la acusación de Mulvihill en Miami, donde hay un acusado y tres arrepentidos, a quienes se les imputa haber actuado como agentes ilegales para presionar a “El Gordo” para que ocultara la verdad sobre la/las valijas. Según los cálculos de Antonini en el avión venían 5 millones de dólares. El fiscal pidió incorporar como evidencia una libreta que pertenecería al acusado Durán, donde se menciona que el envío era de 6 millones. El anotador, que al parecer se le cayó a Durán en un encuentro con Antonini, enumeraba algunos temas centrales del affaire. “De dónde salió el dinero: Pdvsa. Dos maletas: 6 millones de dólares”. De estas anotaciones surgió la primera alusión en estas audiencias al destino de la plata. “Para qué era: campaña”, decía, sin especificar cuál.

La relación entre Antonini y Uberti, el hombre que manejaba las relaciones comerciales con Venezuela y que lo autorizó a subir al avión, sigue siendo un tema no dilucidado para la Justicia, pese a que el ex funcionario tiene falta de mérito. Su situación procesal será tema hoy en una audiencia en la Sala B de la Cámara en lo Penal Económico, donde los fiscales María Luz Rivas Diez y Mariano Borinsky pedirán su procesamiento por contrabando y lavado. Uberti aseguró ante el juez Daniel Petrone que no conocía a Antonini quien, sin embargo, dijo ayer en Miami que se habían reunido dos meses antes del lío de la valija en el Occovi. Cuando voló en el avión de Enarsa, justificó, fue porque Uberti lo había invitado para hablar de una propuesta ligada al Gasoducto del Sur. Que cargó la polémica maleta como haciendo un favor y luego el ex funcionario le ofreció lo que quisiera en agradecimiento por haber dicho que era de él. Antonini seguirá declarando y habrá que ver cuánto puede sostener sus dichos.


La base del acuerdo

En una carta con fecha 16 de agosto de 2007, dos semanas después de que le secuestraran la valija con los 800 mil dólares, el fiscal Thomas Mulvihill le planteó los términos de un acuerdo judicial a Theresa Van Vliet, la abogada de Antonini Wilson. En ese texto de once puntos, conocido ayer, el Departamento de Justicia aclara que no se trata de un “acuerdo de cooperación”. “Esta oficina no ofrecerá ni cambiará cargos o sentencias para beneficiar a su cliente, sencillamente porque su cliente ha aceptado una entrevista.” En la carta, Mulvihill le aclara también a la abogada del valijero que su oficina “tendrá derecho a usar sin limitación cualquier declaración hecha a su cliente durante este proceso”. Insiste, además, en que esa nota “no implica que imparta un uso derivado de inmunidad” a Antonini. Además de la firma de Mulvihill, la carta lleva al pie el nombre de su jefe, el fiscal general del Sur de Florida, Alexander Acosta, y la aceptación de la abogada Van Vliet y el propio Antonini.

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“¿Dónde está el resto del dinero?”, contó Antonini que le preguntó Uzcátegui cuando se vieron en Buenos Aires.
 
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