EL PAíS › MURIó JORGE TRIACA

Un exponente de época

En la madrugada de ayer, a los 78 años, falleció el histórico dirigente del sindicato del plástico Jorge Triaca, primer ministro de Trabajo durante la presidencia de Carlos Menem y símbolo del sindicalismo funcional al proceso de privatizaciones y entrega del Estado durante la década del 90. Triaca estuvo preso durante la dictadura pero negó en 1985, durante el Juicio a las Juntas Militares, tener conocimiento sobre militantes desaparecidos. Un dato lo pinta de pies a cabeza: desembolsó 25.000 pesos para convertirse en el primer sindicalista aceptado como socio por el selecto Jo-ckey Club argentino.

Triaca comenzó su carrera sindical en el gremio de los trabajadores plásticos. En 1969 debutó en funciones directivas como secretario adjunto, y años después ocupó la secretaría general. El 24 de marzo de 1976, cuando se produjo el golpe de Estado, fue detenido e incomunicado, junto a dirigentes sindicales como Lorenzo Miguel y Diego Ibáñez. Estuvo en el buque “33 Orientales” y luego en el penal de Villa Devoto. En 1985, identificado ya por su connivencia con la dictadura militar, negó ante la Cámara Federal porteña que juzgó a Videla, Massera & Cía. conocer casos de militantes desaparecidos.

En 1982 asumió como secretario general de la CGT-Azopardo, una de las dos centrales obreras surgidas poco antes del regreso de la democracia. Allí tuvo como principal aliado al mercantil Armando Cavalieri. La CGT estaba entonces dividida y el ala más confrontativa con las políticas oficiales, la CGT-Brasil, la encabezaba Saúl Ubaldini, secundado por los dirigentes Hugo Curto y José Pedraza. Frente al fenómeno de la renovación peronista encabezada por Antonio Cafiero, el plástico Triaca se mantuvo en la corriente del PJ ortodoxo que tenía como referente a Herminio Iglesias. En 1985 fue electo diputado nacional.

Con la asunción de Carlos Menem y como cara visible de la línea sindical dialoguista, de óptimas relaciones con el mundo empresarial, se convirtió en ministro de Trabajo. Accedió al cargo con la venia del grupo Bunge y Born y aplicó mano dura en los conflictos gremiales que antecedieron a las ventas de ENTel, los ferrocarriles y Aerolíneas Argentinas. Durante aquel mandato se enfrentó a Saúl Ubaldini, quien ya en decadencia convocó a varias huelgas generales. Renunció a la cartera laboral en 1992, cuando ya se había convertido en un símbolo de los gremialistas alineados con el proceso de desguace del Estado y entrega incondicional de las empresas públicas.

Siguió su carrera en el menemato como interventor de la Sociedad Mixta Metalúrgica Argentina (Somisa), a la que llegó con la misión de despedir a miles de empleados y allanar el camino de su privatización. Abandonó la intervención en la ex siderúrgica estatal al ser procesado por el presunto cobro de una coima por la compra de dos nuevos edificios para la empresa.

Fue sobreseído gracias a una serie de enroques y ascensos que Carlos Corach utilizó para reestructurar el Poder Judicial. En 1996 fue designado coordinador del Grupo de Acción Política (GAP) que operaba en el Ministerio del Interior. Tras la caída del menemismo impulsó la formación de una línea interna del PJ bonaerense (el Frepeba) que intentó sin suerte disputar el poder a Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf.

En 1999 la Justicia determinó que era el padre biológico de una niña de nueve años nacida de una relación extramatrimonial con una vocera suya cuando era ministro de Trabajo y lo obligó a resarcirla con veinte mil pesos por daño moral por no reconocerla. Los jueces aclararon que ese dinero “no puede resarcir el desamor, la carencia afectiva, la falta de apoyo espiritual y la no pertenencia a determinados grupos familiares” que sufrió la menor.

El ostracismo político no fue en su caso sinónimo de penurias económicas. Era dueño de una casa en La Horqueta, de un chalet de tres plantas en Pinamar, y también se le conocían propiedades en Miami, varios studs y caballos de carrera y la estancia La Revancha, de 800 hectáreas, en Tandil. Todo gracias a una suegra próspera y dispendiosa a la que siempre adjudicó su buena fortuna, estimada en no menos de cinco millones de dólares.

El titular de la Unión de Trabajadores de Industrias Plásticas, Vicente Mastrocola, lo calificó ayer como “el mejor tipo que conocí en mi vida”. Aseguró que “los plásticos lo conocimos muy bien, porque fue un excelente dirigente y un hombre con mucho código”, añadió Mastrocola, que no se explayó sobre el significado de los códigos en su vida sindical.

El titular de los plásticos contó que “la muerte se produjo por complicaciones en una operación que se le practicó el lunes y que duró cinco horas, para cambiarle una válvula (sic) del corazón y un by pass”. Triacca había nacido en 1941 y tuvo seis hermanos: cinco varones y una mujer. Sus restos fueron inhumados a las 14 en el cementerio Jardín de Paz de la localidad bonaerense de Pilar.

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