“Iniciamos todos hoy, una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina.” Estas palabras sonaron ayer, como hace 25 años, en la Plaza de Mayo. Fue a la misma hora y en el mismo lugar donde las pronunció entonces el presidente Raúl Alfonsín. Casi a la una del mediodía, los balcones del Cabildo estaban repletos y abajo una multitud eufórica festejaba el regreso de la democracia. La agrupación radical “Los Hijos de la Democracia” eligió recordar así el fin de la dictadura militar y la llegada de la UCR al poder. Pero los radicales habían empezado mucho antes las celebraciones. La histórica Junta Coordinadora Nacional esperó como en los viejos tiempos la llegada del 10 de diciembre. En el mítico restaurante Lalín, Leopoldo Moreau, Federico Storani, Luis “Changui” Cáceres, Enrique “Coti” Nosiglia, Facundo Suárez Lastra y Marcelo Stubrin levantaron sus copas apenas un minuto después de la medianoche y brindaron junto a unos 400 militantes de distintas generaciones.

El radicalismo festejó más que ningún otro partido político. Se trataba del regreso de la vida democrática, pero también de la última experiencia de gobierno memorable en los más de cien años de historia partidaria. Las organizaciones juveniles agrupadas en el espacio “Los Hijos de la Democracia” –integrado por Los Irrompibles, la Corriente Progresista y Confluencia Ciudadana, entre otras– se convocó en la esquina de Diagonal Sur. Allí agitaron sus banderas y escucharon las palabras de Alfonsín durante unas dos horas. Las personas que pasaban se detenían unos minutos a escuchar y luego continuaban su camino.

“La vigencia de las palabras de Alfonsín no sólo nos hablan de su talla intelectual y profundidad ideológica, también nos interpela a todos acerca de cuáles son los desafíos sociales, económicos y culturales que tenemos por delante”, afirmaron desde la agrupación.

Lo más emotivo fue sin duda la cena organizada por “la Coordinadora”. Allí se pudo ver a Storani al borde de las lágrimas y a Moreau brindar, con la voz casi quebrada, “por la democracia”. Fue un homenaje intenso, interrumpido constantemente por los viejos cantitos: “Ojo con tocarlo a Raúl/ lo banca el pueblo/ y por eso señor presidente/ decimos presente por cien años más”. En sus encendidos discursos, los dirigentes evocaron a Chacho Jaroslavsky, Sergio Karakachoff, Mario Abel Amaya y Juan Carlos Pugliese, entre otros iconos de la UCR. Era un festejo por partida triple: 25 años de la vuelta de la democracia, 40 años del nacimiento de la Coordinadora y 60 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

“Qué pelotudo que sos Moreau”, le susurró al oído el Coti. En medio de la cena, el presentador Claudio Orellano acababa de invitarlo a decir unas palabras. Moreau se reía por su picardía. Sabe que Nosiglia es un hombre de perfil bajo y que jamás habla en público. Después de unas breves palabras terminó agradeciéndole a su compañero de militancia. Durante la cena hubo lugar también para las señales políticas: entre los dirigentes de aquellos años se mezclaron dos hombres del riñón de Julio Cobos como el neuquino Horacio “Pechi” Quiroga y el mendocino César Biffi. Fue clara la postura de los coordinadores a favor del regreso del vicepresidente al partido. También tuvieron su lugar el senador Emilio Rached –cuyo voto en contra de las retenciones fue clave para la derrota del Gobierno–, el jefe del bloque de diputados, Oscar Aguad, y el ex vocero presidencial Juan Pablo Baylac.

La cúpula del Comité Nacional –enfrentado con la línea coordinadora– celebró la vuelta de la democracia a través de una carta en la que decía que “en 1983 la civilidad impulsó el cambio” y en 2008 “la ciudadanía pide una actitud positiva”, “diálogo” y “respeto por las instituciones”.