Domingo, 13 de septiembre de 2009 | Hoy
EL PAíS › EMBAJADOR HECTOR TIMERMAN
Acaba de volver de la reunión previa a la cumbre del G-20 y hace un análisis duro de lo que vio. Posiciones de las potencias y de los países en desarrollo.
Por Fernando Cibeira
Como “sherpa” (acompañante) de la presidenta Cristina Kirchner en la cumbre del G-20 que se realizará el 24 y 25 de septiembre en Pittsburgh, el embajador en Estados Unidos, Héctor Timerman, participó el jueves del último encuentro preparatorio en Washington. Allí hizo énfasis en la postura argentina de reclamar modificaciones en el Fondo Monetario Internacional. “Este es el mismo Fondo de siempre, con mejor oficina de relaciones públicas”, ironiza. De paso por Buenos Aires, Timerman adelanta cuáles serán los planteos que el país llevará al encuentro donde se volverán a discutir las respuestas a la crisis financiera.
–¿Qué se discutió el jueves en Washington?
–Esta va a ser la tercera cumbre del G-20. La primera fue convocada porque entrábamos en el huracán de la crisis económica y había que ver qué medidas de emergencia tomar. El segundo G-20, en Londres, ya nos encuentra dentro de la crisis pero más acostumbrados, con menos incógnitas, por lo tanto lo que se resolvió fue aplicar medidas de inversiones y repartir recursos para que los países puedan paliar la situación. Esta tercera cumbre, en Pittsburgh, nos encuentra en un proceso de salida de la crisis y buscando herramientas para apuntalarla. Pero también estamos discutiendo el mundo en el que queremos estar cuando se salga. Por eso creo que será el G-20 más político –y más apasionante– porque es el que va a decidir el mundo que viene. Para la Argentina también es el más importante porque lo que se está discutiendo es poder.
–¿En los países desarrollados persiste la idea de hacer cambios o ahora que algunos están saliendo de la recesión quieren dejar todo como está?
–De eso se trata. Hay países que dicen “bueno, ya está, volvamos a lo mismo que teníamos antes que funcionaba”. En la reunión del jueves uno de los países europeos planteó que no había que hacer cambios rápidos y que era mejor tomarse tiempo para reflexionar. En la mitad de la crisis todos reconocíamos que había que hacer reformas sustanciales a los organismos financieros y a los organismos internacionales. Ahora, algunos países decimos que si se está por salir de la crisis es el momento ideal para reformular las estructuras con las que se maneja todo el sistema financiero internacional. El FMI, el comercio y también temas nuevos que aparecen en el G-20, como seguridad energética y cambio climático.
–¿Cuál fue el planteo argentino?
–No debe haber país del G-20 que haya llevado tantas propuestas como nosotros. Hemos trabajado con Presidencia, Cancillería y Economía y para cada tema de discusión hemos tenido una propuesta. En los organismos internacionales vemos que hay una necesidad imperiosa de equilibrar la integración de los cuerpos de toma de decisión que refleje un equilibrio entre países desarrollados y los en vías de desarrollo. Es importante que los acuerdos alcanzados por los países desarrollados –por ejemplo, en el tema de paraísos fiscales– alcancen también a los en vías de desarrollo.
–¿Hablan de un nuevo acuerdo tipo Bretton Woods que establezca una arquitectura financiera diferente o los planteos son más modestos?
–No se está hablando de nuevos organismos internacionales, se está hablando de una reforma. La discusión es qué tan profundas son esas reformas. En el FMI no alcanza con reformas cosméticas. Este FMI, que estaba muy golpeado al inicio de la crisis, se ha ido fortaleciendo y vemos que, con algunos retoques, están actuando de la misma manera que antes. El jueves, en la reunión que mantuvimos en Washington los representantes de los líderes del G-20, dije que todo lo referido al Fondo Monetario se podía resumir en un párrafo: el G-20 propone democratizar al FMI. Una vez que los países desarrollados y en vías de desarrollo alcancemos un equilibrio de poder en el FMI, recién ahí vamos a poder empezar a hacer las reformas. Las reformas propuestas en la actualidad, manteniendo el esquema de poder, no sirven.
–¿Qué recepción tuvo esa propuesta “democratizadora”?
–Muy fría. Aunque hay muchos países que están de acuerdo. La economía mundial cambió, en el sentido de que hay países que tienen una representación en el FMI que no es acorde con su participación en la economía mundial. Si uno analiza la estructura de poder del Fondo en el año 1976, cuando había muchas dictaduras en el mundo, los países en vías de desarrollo tenían más poder que ahora. En los últimos 30 años, el Fondo ha conseguido concentrar el poder en los países desarrollados. Y ese FMI, controlado de esa manera, es el mismo FMI que está haciendo exigencias a muchos países que son iguales a las que le hacía a la Argentina antes de la llegada de Néstor Kirchner al poder. Por ejemplo, se habla mucho de los créditos sin condicionalidades del FMI, pero sólo tres países los obtuvieron: México, Colombia y Polonia. Que cada uno saque las conclusiones acerca de por qué esos tres países los obtuvieron. En cambio, la mayoría de los países que tuvieron la obligación de aceptar acuerdos con el Fondo son iguales a los que nos impusieron a nosotros previamente a la crisis de 2001.
–¿La supuesta vuelta argentina al Fondo de la que se viene hablando está supeditada a que antes se produzcan esas reformas en el organismo?
–Habría que plantear la publicación de todos los acuerdos que firmó el Fondo desde el comienzo de la crisis hasta ahora. La única verdad es la realidad. Publiquemos todos los acuerdos y veamos si es nuevo Fondo o es el mismo de siempre con una cara más limpia.
–¿Todos los países en vías de desarrollo sostienen la posición argentina?
–Los representados en el G-20 decimos que tiene que haber transferencia de votos desde los países desarrollados. Pero no es el único problema que hay. En el tema de seguridad energética también hay diferencias. Los países desarrollados sostienen que hay que forzar el cambio a energías renovables y salir de las energías que conocemos nosotros. Lo que no hacen los países desarrollados es reconocer su responsabilidad por el abuso que hicieron de las energías no renovables y su consecuente daño al medio ambiente. Ahora que lograron su desarrollo económico quieren impedir que los que estamos en vías de desarrollo también nos beneficiemos de eso. Si quieren que esas energías no se usen más tienen que hacer dos cosas: financiar el acceso de los países en vías de desarrollo a las energías alternativas y transferir tecnología porque si no vamos a seguir dependiendo de esos países.
–Parecen diferencias de fondo como para que se puedan resolver en una sola cumbre.
–Además está el tema del comercio. Ellos dicen que se les va a dar ayuda económica a los países más pobres del mundo. Pero lo que Argentina y otros países queremos no es una dádiva. Queremos que se abra el acceso a los mercados de Estados Unidos y Europa a nuestros productos. Hay una resistencia muy grande al cambio de parte de los países que hasta ahora han dominado las estructuras financieras y de poder.
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